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Sucedió durante un festival...

Iratxe FRESNEDA | Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual

Hace unos cuantos años. Invitada por el personal del Cinema Jove me fui a Valencia esperando tener la posibilidad de ver todo el cine que pudiera, a cambio cubrir el evento para la radio y realizar alguna que otra reseña acerca de lo que íbamos viendo. El plan parecía inmejorable, y realmente lo fue. Sucedió allí, en una sala oscura; la Hammer «se quedó» conmigo para siempre. «Hammer films, la seducción de la sangre» era el sugerente título de la retrospectiva que el festival dedicaba a la productora británica. Fui a ver una película y acabé «devorando» el ciclo entero. Como ya he comentado en otras ocasiones, hay mucho más que un morboso atractivo en algunas películas de serie B. El cine surgido de la reutilización de decorados y equipos, combinado con rodajes acelerados y bajos presupuestos, logra en ocasiones superar en interés a las superproducciones con aires de perfeccionismo (un perfeccionismo sin alma). El encanto de suplir grandes presupuestos con imaginación da, en algunos casos, resultados mágicos. Y en el arte de la economía de medios, que no de sus actores de reparto (entre ellos Christopher Lee y Peter Cushing), surgió la productora Hammer Film Productions, sin duda el origen de una nueva forma de mostrar el terror. Su gloria llegó durante los cincuenta y los sesenta, con la reinvención de monstruos como Frankenstein, Drácula, el hombre lobo... Y fue entonces cuando la Hammer se encontró con la fuerza del color y la llevó a la gran pantalla. El color rojo confería poder a las imágenes, ponía de relieve un nuevo modo de mostrar la violencia. Y qué decir de la carga erótica que desprendía la figura del conde Drácula... La oscuridad dio paso a la luz, al color que impregnó los escenarios en los que se rodaban los filmes. Las películas de Terence Fisher se convirtieron en obras de culto; «La maldición de Frankenstein», «Drácula», «Las novias de Drácula»...

El terror gótico había comenzado su singladura cinematográfica, para más tarde adentrarse en el campo de la ciencia ficción con títulos como «El Experimento del Dr. Quatermass» o películas de fantasía prehistórica como «Cuando los Dinosaurios Dominaban la Tierra». Después llegó la decadencia. En el 2007, la Hammer pasó a las manos de la productora holandesa Endemol (creadora del programa Gran Hermano), que adquirió todo el catálogo de los estudios. Treinta años más tarde, renace, con una de vampiros, un remake estadounidense de la aclamada «Déjame entrar» (2008), del sueco Tomas Alfredson. Nada será igual.

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