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Calderón admite el fracaso de su guerra contra el narcotráfico

El presidente de México, Felipe Calderón, admitió implícitamente ayer el fracaso de la guerra que declaró el 1 de diciembre de 2006 a los cárteles del narcotráfico al reconocer el aumento de la violencia y que la actuación de las fuerzas de seguridad, la captura y la muerte de algunos capos ha provocado una ruptura en el seno de estas organizaciones criminales y ha desatado una cruenta guerra.
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«Soy consciente de que este año la violencia se ha recrudecido, esto es producto de una guerra cada vez más cruenta entre los grupos del crimen organizado en su disputa por territorios, mercados y rutas», afirmó ayer el mandatario mexicano, Felipe Calderón, quien pidió que la guerra contra el narcotráfico que inició al comienzo de su mandato, en diciembre de 2006, deje de ser una lucha del Gobierno y del presidente nada más y pase a ser una tarea de todo el Estado y la sociedad.

Durante un discurso con motivo del cuarto informe anual sobre la gestión del Gobierno -documento que el Ejecutivo entregó el miércoles al Congreso-, Calderón admitió que la violencia es el problema que más preocupa a los mexicanos y agregó que su recrudecimiento se debe también a la «presencia decidida» de las fuerzas de seguridad y a la captura o muerte de los capos, lo que ha provocado «mayor desesperación e inestabilidad interna» en el seno de los cárteles y su ruptura. Y apuntó que la masacre de 72 inmigrantes en Tamaulipas, que tildó de «barbarie», es «una expresión más de esta diversificación criminal».

Alto coste

La política de seguridad del presidente no sólo ha provocado el aumento de la violencia en los estados del norte del país, que se traduce en la intranquilidad de sus habitantes y en el rechazo del 78% de los mexicanos a esa estrategia. La violencia y la inseguridad cuestan a México un 1,2% de su PIB.

Según cifras oficiales, unas 8.000 personas han muerto en México desde enero en hechos asociados con estas organizaciones, con lo que suman ya más de 28.000 los muertos desde que asumió la Presidencia.

Calderón insistió, no obstante, en que pese a que la violencia ha aumentado, estas organizaciones criminales están debilitadas. Señaló que en sus cuatro años de gobierno han sido detenidos 125 capos y lugartenientes de cárteles y más de 5.100 sicarios, y en 2010 han sido abatidos tres importantes líderes. Arturo Beltrán Leyva, Ignacio Coronel y Édgar Valdez Villareal.

Según cifras oficiales, unas 8.000 personas han muerto en México desde enero en hechos asociados con estas organizaciones, con lo que suman ya más de 28.000 los muertos desde que asumió la Presidencia.

La lucha contra la delincuencia organizada ocupó gran parte del discurso de Calderón, durante el que señaló también, según informó Telesur, que mantendrá su compromiso de concentrar los recursos del Estado y frenar el crecimiento de la pobreza, así como mitigar los efectos en la población de impactos económicos como el de la crisis mundial.

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