La revolución de colores financiada por la UE pincha hueso en Moldavia
Ni el «golpe de Estado» protagonizado por la oposición pro-UE ni los miles de millones que recibe de Bruselas han logrado, de momento, su propósito. El referéndum por el que pretendían superar el veto de los comunistas (minoría mayoritaria) a su candidato a la presidencia ha quedado invalidado al haber registrado una participación que no llegó al tercio del censo. Y eso que habían bajado el listón a la mitad.
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Un día después del descalabro electoral, era la hora de las explicaciones. El presidente interino y presidente del Parlamento, el pro-occidental Mihai Ghimpu, señaló que el fracaso de la apuesta para modificar la constitución se explicaría por el boicot de los comunistas y por la falta de unidad en el seno de la coalición pro-UE en el poder.
«Los comunistas, la ausencia de coordinación en el seno de la coalición en el poder y la indiferencia de los ciudadanos (...) son las razones del fracaso en el referéndum», señaló.
Ghimpu reconoció que deberá disolver el Parlamento y convocar nuevas elecciones «en un plazo razonable» y que no está estipulado concretamente por la legislación moldava.
El también pro-occidental y primer ministro, Vlad Filat, puso el acento en que «los líderes de la coalición son los culpables» del descalabro electoral. «Nuestras acciones no estaban coordinadas. Cada uno hacía campaña por su lado», añadió.
Marian Lupu, otro de los líderes de la coalición gubernamental, apuntó a un «error táctico».
«Algunos [en la alianza gubernamental] se creyeron demasiado pronto los resultados de algunos sondeos de opinión que indicaban que iba a participar entre el 60 y el 70% del electorado», declaró Lupu a Reuters,y agregó que «ha sido un error táctico por parte de la Alianza».
Ni un tercio del censo
Según el jefe de la Comisión Electoral Central, Yevgeni Shtirbu, en la consulta popular participó sólo un 30,98% del electorado, menos del 33,33 por ciento necesario para que tenga validez. Según las leyes moldavas, no se podrá convocar un referéndum similar hasta dentro de al menos dos años..
El referéndum había sido convocado por la alianza pro-UE en un intento de asegurarse la elección de la presidencia del país. Según la Constitución vigente, la jefatura del Estado debe ser elegida por al menos el 60% de los diputados, pero ninguna fuerza política alcanza a controlar 61 de los 101 escaños. El Gobierno pro-europeo convocó el referéndum para modificar la constitución y permitir la elección directa del presidente.
«Voto de censura»
El líder de los comunistas, Vladimir Voronin, describió el estrepitoso fracaso del referéndum como «un verdadero voto de censura contra el régimen actual». Los comunistas, que gobernaron durante ocho años, están enfrentados a la coalición gobernante, que está integrada por cuatro partidos y aboga por la integración de Moldavia en la Unión Europea.
Último presidente de Modavia, Voronin calificó el resultado como «lógico». «El pueblo ha elegido la república parlamentaria como la más democrática y justa», declaró en rueda de prensa. Voronin exigió la convocatoria de elecciones «para poner fin a la usurpación del poder» y «a la falsificación de la democracia». Puntas de lanza de la UE en su intento de situar bajo su órbita -y lejos de la de Moscú- a Modavia, Rumanía y Polonia instaron al Gobierno pro-occidental de Chisinau «a proseguir con las reformas» pese a su flagrante derrota electoral. El ministro rumano de Exteriores, Teodor Baconschi, fue explícito al recordarles -sin mostrar rubor alguno- que son financiados con 2.000 millones de dólares procedentes de la UE y del FMI «sobre la base de varios acuerdos bilaterales».
Su homólogo polaco, Radoslaw Sikorski, instó a Moldavia a mantenerse en el programa de asociación oriental con la UE, concebido para acoger a seis antiguas repúblicas soviéticas.
El Gobierno había reducido del 60% al 33% del censo la participación mínima para que un referéndum resultara válido. Ni siquiera con ésas ha logrado su objetivo.
Los comunistas proponen tres votaciones y reducir paulatinamente la mayoría cualificada necesaria (61 votos, 57 y 52) para que el Parlamento elija presidente y se salga del actual «impasse» político.
Antigua república soviética, Moldavia proclamó su independencia en 1991. Antiguamente conocida como Besarabia, la mayoría de su población es rumana aunque tiene importantes minorías como la ucraniana y la rusa, esta mayoritaria al este del río Dniéster (el enclave, independiente de facto, de Transniéster).
El Partido Comunista lleva ganando ininterrumpidamente las elecciones desde 1998. Su líder, Vladimir Voronin, fue presidente durante dos legislaturas tras contar los comunistas con mayorías absolutas y holgadas en el Parlamento. Durante su mandato trató de resolver el conflicto con Transniéster y su valedor, Moscú, proclamando el ruso como segunda lengua de la república.
En abril de 2009, los comunistas volvieron a vencer repitiendo la mayoría absoluta La oposición, espoleada por la UE, denunció fraude y protagonizó el asalto y quema del parlamento. Los comunistas volvieron a vencer aunque perdieron la mayoría absoluta (48 escaños sobre 101). Los cuatro partidos opositores, azuzados por Rumanía, se aliaron para formar gobierno. Y el domingo chocaron con la tozuda realidad. GARA