Otra superproducción del mercado interior que acaba decepcionando, y que no supera a la también fallida «Alatriste» en su afán por recrear el siglo de Oro en la pantalla. El planteamiento no es nada original, ya que se trata del equivalente a las crónicas de juventud que en el exterior se han hecho sobre Shakespeare o Molière. Una vez más el desconocimiento de los primeros pasos dados por el dramaturgo de turno, en este caso Lope de Vega, propicia un argumento fabulado en torno a su despertar creativo, incidiendo en los amoríos y los lances de capa y espada. A pesar de las licencias históricas y traiciones biográficas que se ha tomado el guionista Jordi Gasull, el argumento nunca está a la altura del genio literario al que se pretende evocar, incluso bien se podría haber sustituido su nombre por el de cualquier otro personaje de la misma época. Los decorados y las vistas del Madrid del XVI desde los tejados recuerdan muy mucho a la serie de televisión «Aguila roja», salvo porque se pone un mayor énfasis en los corrales de comedias.

Se echa de menos la personalidad de un cineasta con ideas propias detrás del proyecto, sin que el brasileño Andrucha Waddington justifique el haberse encargado de la dirección, a no ser por el mero hecho de aglutinar una coproducción con su país. No es capaz de darle a la narración el ritmo ligero y juvenil que reclama, sobre todo en lo relativo a una dinámica aventurera carente de humor. Hay interpretaciones excesivamente sombrías como la de Juan Diego, por no hablar de un secundario de barba postiza incapacitado para el drama, hijo de una famosa vidente. El irregular casting afecta igualmente a las dos protagonistas femeninas, con un desequilibrado duelo pasional entre Pilar López de Ayala y Leonor Watling, demasiado esquemático para resultar verosímil y encajar en la vida del autor de «El perro del hortelano». Por cierto, no da la impresión de que el tal Andrucha Waddington haya visto la adaptación realizada por la memorable Pilar Miró.