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Las chicas que se rebelaron contra el machismo del rock

«The Runaways»

Las Runaways hicieron historia en el rock y bien se merecen su biopic, como lo han tenido la mayoría de sus colegas del sexo opuesto. Antes de juzgar si la película de la debutante Floria Sigismondi les hace justicia, hay que alegrarse porque aquella revolución de los 70 ya es historia, y las chicas de hoy en día no tienen tantos problemas para tocar en grupos.

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Mikel INSAUSTI |

Para quienes no entiendan cómo la millonaria actriz juvenil Kristen Stewart ha acabado metiéndose en la piel de una auténtica pionera del punk-rock, nada menos que la irreductible Joan Jett, les daré algunas pistas, aunque todo el mundo tiene a estas alturas una idea aproximada del modo en que funciona el negocio del espectáculo. La estrella de la saga «Crepúsculo» es ahora mismo el espejo en el que se miran las adolescentes de todo el mundo. Ellas se maquillarán y vestirán igual que lo hace su ídolo femenino, también si se disfraza de punki. Y es de sobra sabido que la estética punk ha acabado en los escaparates de las tiendas de moda. Si las quinceañeras se ponen camisetas de los Ramones o los Sex Pistols, seguramente sin conocer su música, es más lógico que les atraiga, al fin y al cabo, la imagen de un grupo de chicas como lo fueron las Runaways.

Dentro de este mercado orientado al consumo para jovencitas, no cabe duda de que Myley Cyrus es la que marca tendencias y en su concierto multitudinario de Rock in Rio, emitido por televisión, hizo un medley de canciones de Joan Jett y las Runaways, con «Cherry Bomb», «Bad Reputation» y «I Love Rock and Roll». Son temas setenteros que vuelven a estar de plena actualidad, así en la película «Kick-Ass» suena el «Bad Reputation» en plan himno de batalla cuando ataca Hit-Girl.

Pero, por mucho que Kristen Stewart encabece el cartel de «The Runaways», no deja de ser una pequeña producción independiente que ha costado apenas diez millones de dólares y ha alcanzado escasas reacaudaciones en la taquilla de EEUU, por lo que cabe preguntarse hasta qué punto va a inicidir en los gustos de las menores. De hacerlo, en alguna medida podría darse la paradójica circunstancia de que haya chicas de hoy en día que acaben imitando a sus madres sin saberlo, porque en los 70 todavía no habían nacido.

Los puristas del rock

Ya se sabe que, cada vez que una película toca un tema muy especializado, hay expertos que están vigilantes para analizar su fidelidad. Una actitud que, aplica a los puristas del rock, se suele volver mucho más exagerada. He de reconocer que es muy divertido entrar en los foros de internet y seguir este tipo de discusiones sobre los fallos habidos en la recreación histórica. A «The Runaways» se le achacan un serie de inexactitudes, a la hora de la verdad difíciles de comprobar, puesto que en el rock los hechos reales y la leyenda se confunden sin remedio. En la página www.iunkrock.com, los usuarios están polemizando sobre momentos concretos de la película, que ponen en duda.

Así, por ejemplo, se cuestiona la facilidad con la que el productor del grupo Kim Fowley se inspira en la cantante Cherie Currie para componer la ya mítica canción «Cherry Bomb». Tras un sinfín de discusiones, se hace la corduda y se acaba conviniendo en que el lenguaje del cine tiende a sintetizar acontecimientos que en la vida real manejan otros tiempos.

Lo que cuenta en resumen, es que la espontaneidad y la improvisación han sido las armas más explosivas del rock, al margen de otras consideraciones más puntillosas.

El libro de Cherie Currie

Con o sin certificado de autenticidad, el estreno de «The Runaways» es una buena excusa para analizar el papel de la mujer en el rock. Resulta vergonzante que la irrupción de un grupo formado por chicas causara tanta conmoción a mediados de los 70, cuando en otros estilos musicales siempre han existido formaciones femeninas, aunque las llamaran orquestas de señoritas. Esto certifica el machismo inherente al rock, que incluso perdura actualmente. Este verano tuve ocasión de ver al grupo noruego Cocktail Slippers, formado por unas chicas muy atractivas con serios problemas para reproducir en directo las grabaciones de estudio, dadas sus limitaciones como instrumentistas. Su productor, que es el Little Steven de la banda de Bruce Springsteen, sabe que son guapas y venden imagen en los videoclips.

No es de recibo que aún se den tales prácticas machistas en el mundo del rock, cuando Joan Jett, la fundadora de las Runaways, figura por derecho propio en la lista de los cien mejores guitarristas del rock y es ya toda una veterana. Es en este aspecto en el que debería incidir la película, pero la talentosa figura de Joan Jett cede protagonismo a la mucho más decorativa Cherie Currie, la cantante del grupo. Y es que la realizadora debutante Floria Sigismondi se ha basado en el libro autobiográfico de la inspiradora del famoso «Cherry Bomb».

Al partir de las memorias de Cherie Currie, la consiguiente adaptación cinematográfica contempla aspectos más externos y superficiales que los netamente musicales. Joan Jett era el cerebro musical del grupo y habría sido preferible que «The Runaways» así lo reflejara. Ella es la única que ha continuado con el concepto musical de la banda a lo largo de los años. Además, era la única que se fijó en un modelo femenino previo para hacer su música, exactamente en Suzi Quatro; mientras que las demás componentes del grupo seguían modelos masculinos. Cherie Currie era fan de David Bowie; la guitarrista Lita Ford imitaba a Ritchie Blackmore, de Deep Purple, y a Jeff Beck, de los Yardbirds; la batería Sandy West, a Roger Taylor de Queen; y la bajista Jackie Fox, a Gene Simmons de Kiss.

Unas consideraciones que nos llevan de nuevo al punto de arranque del artículo, puesto que lo que más ha cuidado «The Runaways» es el vestuario y el maquillaje, hasta el punto de reproducir con la máxima exactitud fotos del grupo tomadas en su época. Todos están admirados de la extraordinaria transformación de Kristen Stewart y Dakota Fanning, que han calcado el aspecto externo de Joan Jett y Cherie Currie, respectivamente. No cabe duda de que la producción ha contado con un eficaz asesoramiento en ese aspecto, incluso con la supervisión de la propia Joan Jett en el rodaje.

Nada que oponer a la película, por tanto, en su acabado superficial. Ahora bien, el culto a la imagen va asociado a la tipificación de un estilo de vida, basado en el consabido «sexo, drogas y rock and roll». Esto no debería ser tan esquemático como ocurre en las películas de grupos masculinos, de la que «The Doors», de Oliver Stone, es la cumbre de los falsos tópicos, habida cuenta de los matices que presentan las Runaways por su condición de mujeres. Por los testimonios de las distintas integrantes, se saben los abusos de tipo sexual que tuvieron que sufrir, unido al sentimiento de meros objetos en función de un humillante lenguaje sexista. El que se les reconociera como las excelentes instrumentistas que eran no fue suficiente, a falta de un trato justo en lo personal. Queda la sospecha de que la película no pretende reparar el daño moral causado, al menos en sentido retrospectivo. Estaríamos hablando, en consecuencia, de una emancipación más consumista que otra cosa.

Joan Jett inició la revolución femenina en la escena rock

Joan Jett es cosecha del 58, por lo que lleva ya 35 años dando guerra en la escena musical. Genuina representante del punk-rock generacional, se adelantó al posterior fenómeno de las riot girls y fue la primera en formar su propio sello discográfico. Desde 1980, lidera su grupo The Blackhearts, con el que sigue grabando y girando. Sus composiciones siguen sonando en las emisoras y en el cine, así «Bad Reputation» se ha convertido en el tema estrella de la película «Kick-Ass». También ha luchado por el acceso de la mujer al deporte, componiendo un himno alusivo para el show televisivo de Mary Tyler Moore. M.I.

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