La aclamada documentalista Nanette Burnstein ha debutado en la ficción con buenas críticas, demostrando que es una completa realizadora que se adapta a cualquier tipo de cine. A ella le debemos el extraordinario documental «El hombre que conquistó Hollywood», una semblanza sobre el produtor Robert Evans que analiza a toda una generación de talentos y su difícil supervivencia dentro de la industria cinematográfica. A ese lugar de arenas movedizas pertenece también Drew Barrymore, que lleva haciendo películas desde niña por llevar el apellido de uno de los clanes interpretativos con mayor arraigo en Hollywood.

«Salvando las distancias» ha resultado ser una película muy importante en la carrera de la actriz, gracias a que con esta comedia romántica ha encontrado su madurez profesional. Su único fallo ha sido querer echarle un cable a su pareja sentimental Justin Long, dándole el papel principal masculino. Pero que dos personas se lleven bien fuera de la pantalla no quiere decir necesariamente que en la ficción vayan a funcionar igual. Hay cosas que no se pueden cambiar, y lo que queda claro en «Salvando las distancias» es que Drew Barrymore tiene mucho más oficio que su compañero de reparto. Ella responde mucho mejor a la combinación de momentos humorísticos y dramáticos, mientras que él está risible en unos y otros.

El papel que desempeña Justin Long es el de un manager de grupos musicales, que ni siquiera le gustan, y cuya ocupación neoyorquina le aleja de su novia, la cual trata de abrirse paso en el alicaído mundo del periodismo desde San Francisco. La profesión de él justifica una interesante banda sonora, que tiene al tema «Just Like Heaven», de The Cure, como inicial motivación romántica. Ese sonido que ha inspirado a muchas bandas del indie actual se prolonga con la actuación en directo de The Boxer Rebellion, una de las formaciones representadas por el protagonista.