Achero Mañas vuelve a estrenar una película tras siete años alejado de las carteleras, seguramente porque el enorme éxito de su ópera prima «El Bola» fue difícil de asimilar, máxime debido a la escasa repercusión de «Noviembre», su siguiente y fallida realización. Después, ha intentado levantar un ambicioso proyecto en EEUU, pero no logró la necesaria financiación. Se imponía, por tanto, un reinicio de su carrera en el punto en el que la dejó. Su tercer largometraje combina aspectos de sus dos obras anteriores y lo hace en base a una idea muy original, una metáfora social que recuerda a las que utilizaba en su cine Marco Ferreri.

El actor, reconvertido en guionista y realizador, se pregunta acerca de si los hombres están preparados para ocuparse de la educación de sus hijos, ahora que las mujeres trabajan fuera o buscan su independencia. Para ilustrar la pregunta, imagina a un joven viudo que, intentando ser para su hija la madre que acaba de perder, está dispuesto a vestirse y comportarse como una mujer. A tal fin, seguirá los consejos de un viejo transformista encarnado por José Luis Gómez y con quien el personaje del estelar Juan Diego Botto mantiene una amistad que le ayuda a superar su talante más bien conservador, junto con el gran amor que se siente por su pequeña.