El objetivo de esta fiesta es proponer una serie de actividades, gratuitas y aptas para todos los públicos, que fomenten la sensibilización medioambiental. Una idea con la que tratan de llevar el conocimiento a todos, en este mundo cambiante en el que vivimos. Siempre en torno a un eje central que consideran su patrimonio: El Viento. Este año, con los pájaros como tema especial, indicadores de una diversidad en peligro.

Jardines eólicos, energías renovables, talleres creativos, exhibiciones de paracaidismo, vuelos en ala delta, globos aerostáticos, desfiles de antorchas, bautismos de vuelo gratuitos, conciertos, fuegos artificiales... y toda clase de ciervos voladores, que no son otra cosa que cometas a los que en francés se llama así por una, al parecer, errónea traducción del occitano (en origen serp-volants, serpientes voladoras, que por similitud de sonido derivó en cerf-volants, ciervos voladores).

Interesante este homenajea al dios Eolo (que también se celebra en otros lugares, como Marsella o Buenos Aires, aunque relacionada exclusivamente con las cometas) cuya existencia conocí huyendo, curiosamente, de aires tan perturbadores como el mistral y la tramontana. Vientos del noroeste que soplan en la desembocadura del valle del Ródano y en la región del Rosellón (acelerándose en los Pirineos), respectivamente.