Eneko Llanos y Virginia Berasategi, los dos mejores especialistas vascos, se acercan a la gran cita del año. Deportistas de largo recorrido y de largas distancias, ambos comparten buenos historiales a sus espaldas y se conocen los pormenores de una actividad decisiva en sus vidas desde la adolescencia.

Rondando los 35, tienen una buena edad para las disciplinas de fondo. Lo demuestran sus resultados. En la actual temporada han coincidido en el podio en varias ocasiones. En sus inicios, en el lujoso Abu Dhabi, Eneko ganó y Virginia fue bronce. En la prestigiosa Wild Flower californiana compartieron la tercera posición y en el Campeonato de Europa de Gasteiz de larga distancia, al comienzo del verano, se auparon al peldaño más alto para disfrutar de la medalla de oro en casa. Además, es destacable que el gasteiztarra se llevó su segundo Ironman de Lanzarote y la bilbaina un nuevo bronce en el Mundial de larga distancia, pese a competir con un inoportuno catarro.

Berasategi atraviesa un periodo productivo, aunque accidentado. En febrero resultó atropellada en Mallorca mientras entrenaba y en abril, en Alemania, tuvo otro percance de carretera con otra bici. Acostumbrados a sufrir, los dos han puesto sus ilusiones en la prueba más exigente del mundo. 3'8 kilómetros nadando, 180 en bicicleta y de postre 42,195 de maratón en medio de las altas temperaturas que acompañan el paisaje volcánico. Se requieren más de ocho horas en el caso de los hombres y más de nueve en el de las mujeres antes de afrontar ese último kilómetro concurrido e indescriptible en el que el aficionado-espectador espera la llegada a meta desde el primero al último.

Nada como encaramarse al cajón para disfrutar de todas las ventajas, incluidas las celebraciones. El alavés obtuvo la medalla de plata en 2008 y la vizcaina el bronce en 2009, demasido reciente como para olvidarlo. Saben por experiencia que Hawaii es la referencia y su repercusión no tiene comparación. «Un puesto en el podio está muy valorado y te abre puertas», han reconocido en ambos casos en distintas ocasiones. Olímpico en Sydney'2000 y Atenas'2004, Eneko ha tocado otros palos de la disciplina: desde el triatlón blanco, al cross, pasando por Xterra o el doble olímpico.

Otro impulso

Está claro que Hawaii produce una atracción especial en deportistas resistentes de distinta condición. Lance Armstrong tiene intención de participar en la edición de 2011, aunque para ello previamente deberá ganarse la plaza. Antes de llevarse siete Tour y quedar tercero en elde 2009, tras un regreso a la carretera que dio mucho que hablar, el ciclista texano ya había hecho sus pinitos en el triatlón. Fue campeón mundial juvenil. Con 20 años, además, se estrenó en el Ironman y tendrá 40 recién cumplidos, los hace en setiembre días antes de la gran cita, si continúa adelante con su plan de repetir mientras aprovecha para hacer campaña de su fundación contra el cáncer, enfermedad que le afectó hace unos años.

Desde que el corredor de Austin desvelara su intención de participar en la edición de 2011, con el propósito no sólo de ganar en su grupo de edad, sino de hacer algo más, han surgido otros nombres menos relacionados con cualquiera de las especialidades incluidas en el triatlón y más con el motor. El actual campeón del Mundo de Fórmula 1, Jenson Button (McLaren), ha participado en las dos últimas ediciones del Triatlón de Londres, una prueba de distancia olímpica -1,5 kms en el agua, otros 40 sobre la bicicleta y 10 de carrera-. Nico Rosberg, piloto de Mercedes, parece que va a seguir sus pasos después de descubrirlo en agosto en el de Kitzbuhel (Austria), también de distancia olímpica. Más atrevido se muestra el ex futbolista Luis Enrique, ahora entrenador del Barça B, que ha vivido varios ironmans.

Ahora que los investigadores de la Universidad alemana de Erlangen-Nuremberg han descubierto que practicar triatlón puede tener menos riesgo que otros deportes de padecer muerte súbita, gracias a que en su entrenamiento combinan ejercicios de fuerza y resistencia, su número de admiradores y practicantes para divertirse sufriendo puede ir en aumento.