Cada vez más mayores aprenden euskara en los euskaltegis de Nafarroa
Bien por necesidad, por amor a la lengua o por integrarse en una sociedad a la que acaban de llegar, estos días los euskaltegis no paran de recibir matriculaciones. AEK, por ejemplo, ha lanzado una campaña basada en un lema afectivo: «¿Euskara? Sí, quiero». Este factor de motivación se va imponiendo a otros más prácticos, sobre todo en Nafarroa, según este somero repaso.
Nagore BELASTEGI
El plazo de matriculación en los euskaltegis ya está abierto, y muchos euskaltzales acuden, como cada año, a su centro de estudio más cercano. En Gipuzkoa, Araba y Bizkaia muchos aprenden el idioma porque tener el EGA les favorece a la hora de buscar trabajo o de conseguir créditos de libre elección en la universidad. Los euskaltegis ofrecen la posibilidad de hacer cursos intensivos para aumentar las posibilidades de obtener este título, por lo que la mayoría de los estudiantes suelen ser jóvenes. Por otro lado están los adultos que estudian euskara porque es el idioma de su país y por un impulso básicamente sentimental. En Nafarroa, el número de gente jubilada que se anima a aprender es muy alto. En estos casos los valores identitarios vascos son los que empujan a los ciudadanos a aprender el idioma, aunque hay muchos que aprovechan el cese del trabajo para acudir a las aulas y así poder comunicarse en esta lengua con sus nietos, que sí dominan el idioma desde pequeños.
Los extranjeros forman otro grupo que, aunque minoritario, ayuda a llenar las aulas de los euskaltegis. En Irrintzi, de AEK de Iruñea, tienen rusos, mexicanos y también españoles que al tener pareja vasca quieren aprender a hablar en euskara para tener más elementos comunes. De esta manera, ya es posible ver, por ejemplo, a dos senegaleses hablando euskara, tranquilamente, mientras se toman algo. Cuando los inmigrantes dan el paso de aprender euskara también se empapan de las costumbres y la cultura de este país.
Lo único imprescindible para aprender un idioma es el querer hacerlo. Por eso AEK lanzó su campaña con un mensaje claro que hace un guiño al compromiso. Con «¿Euskera? Sí, quiero» pretenden dar a entender que es necesario implicarse para aprender el idioma, y a partir de ahí los profesores harán lo demás. A la hora de hacer la matrícula, cada estudiante determina cuántas horas quiere ir al euskaltegi y se le asigna un nivel de conocimiento. La gente que es totalmente nueva en este ámbito empieza desde cero, mientras que a los que ya han tenido contactos anteriores con el euskara se les coloca en otro nivel superior. La primera semana es de prueba, y dependiendo de como se le vea al alumno se determina cuál es el aula que mejor se le adapta.
GARA ha podido hablar con varios estudiantes pamploneses del euskaltegi Irrintzi que cuentan por qué se han animado.
Ana TORRES
Jubilada
«Siempre vi el euskara como algo nuestro que de niños no pudimos aprender»
Torres se ha matriculado en el euskaltegi por primera vez, a pesar de que siempre ha querido aprender euskara. Por su trabajo no ha podido hacerlo antes pero ahora, con 62 años, tiene tiempo libre y está decidida a llegar hasta donde pueda. «Tengo muchas ganas de empezar porque siempre lo he visto como algo nuestro, que de niños no pudimos aprender», declara ilusionada. Algunos conocidos le han contado que en el euskaltegi utilizan métodos fáciles y amenos, y que hay buen ambiente. Quiere aprender euskara también para poder leer, ver la tele y mantener conversaciones en ese idioma, aunque tengan que repetirle las cosas. Como es su primer año, todavía no sabe cómo le irá, pero le gustaría seguir estudiando y terminar todos los cursos, aunque no tiene interés en, por ejemplo, sacarse el EGA.
Raquel SCALONI
Cartera
«En casa intento vivir en euskera, aunque a veces termino hablando en castellano»
Raquel Scaloni tiene 54 años y ya lleva cuatro yendo a las clases del euskaltegi Irrintzi. Aun así, ya había tenido experiencias anteriores con el euskara, ya que hace 30 años, cuando su hijo mayor empezó a la ikastola, se propuso que la lengua volviera a su familia. «Mi abuela sabía euskera, pero mis padres, no. Por eso se me hizo difícil empezar, pero ahora veo que con lo poco que sé me defiendo para ir por la calle o pedir algo». Scaloni va a un grupo de canto en euskara. En casa también intenta vivir en esta lengua, pero en ocasiones termina hablando en castellano. Y en clase no le importa hablar con los compañeros de su mismo nivel. Explica que si en la calle se encuentra con alguien de mayor nivel, escucha y aporta lo que puede. Su objetivo a corto plazo es «no perder lo aprendido, practicar y aprender algo más», aunque admite que progresaría más rápido si fuera más horas a clase.
Juan José BARRENA
Jubilado
«La gente me dice que estoy loco por empezar a aprender euskera a mi edad»
Barrena no pudo aprender euskara de niño por el franquismo, a pesar de que toda su familia lo supiera. Ahora, con 68 años, se ha apuntado al euskaltegi. «Mis nietos me animaron, me dijeron que me ayudarían», dice Barrena, que ahora que está jubilado puede dedicar su tiempo a ello. «La gente me dice que estoy loco, que cómo me pongo a aprender euskera a mi edad. Pero yo les digo que a otros les da por otra cosa, y a mi por ahí». Lo que más miedo le da es que sus compañeros se rían de él si mete la pata, aunque en los dos meses que lleva ya ha aprendido los números del uno al cien y las horas. A pesar de las bromas, en clase ve muy buena armonía y, si este curso todo va bien, seguirá.