Arde Karachi tras la muerte en Londres de un líder político exiliado
Karachi, la capital financiera e industrial de Pakistán, volvió a ser escenario ayer de graves disturbios después de que un importante líder político exiliado desde los años 90 muriera de forma violenta en el exterior de su casa en Londres. El cuerpo sin vida de Imran Farooq, perseguido por las fuerzas de seguridad de su país, fue hallado con heridas de arma blanca y en la cabeza. La capital de la provincia de Sindh, gobernada por el MQM, se encuentra cerrada en señal de duelo.
GARA
Karachi, la mayor ciudad de Pakistán y capital de la provincia de Sindh, se blindó ayer después de que un destacado líder del gobernante Muttahida Quami Movement (MQM) muriera apuñalado junto a su domicilio en Londres. Imran Farooq, de 50 años miembro fundador del antitalibán MQM, la formación política que gobierna Karachi desde hace 22 años y participa en la coalición de Gobierno en Islamabad, fue hallado muerto el jueves por la noche con heridas de arma blanca y en la cabeza.
Aún no está claro si detrás de la muerte de Farooq, exiliado en Londres desde finales de la década de los 90 debido a la persecución que sufría en su país por parte de las fuerzas de seguridad, hay motivaciones políticas ya que la Policía británica no ha efectuado, por el momento, ningún arresto, pero esa hipótesis cobra fuerza.
Farooq, al que se situaba como segundo en la jerarquía del partido aunque no habría regresado a Pakistán desde que se exilió, según la BBC, pidió asilo en Gran Bretaña hace once años, después de pasar los últimos siete huyendo de la Policía paquistaní que le implicaba en un asesinato y otros delitos graves, cargos que él siempre negó y consideró «motivados políticamente». En la clandestinidad desde 1992, el político explicó en 1999 que había pasado los siete años anteriores, hasta que recaló en Londres, oculto en Karachi.
Su partido declaró diez días de luto en Karachi, donde tras conocerse la noticia se produjo un estallido de violencia, en el transcurso del cual se efectuaron disparos y se incendiaron vehículos y algunos edificios. La mayoría de las tiendas y escuelas cerraron y el transporte público quedó paralizado.
Cientos de seguidores del partido de Farooq acudieron a su casa en la capital financiera del país para expresar su apoyo a sus familiares.
Aunque ya no era una figura influyente en el seno del MQM, su muerte, aseguran los expertos, puede desencadenar una nueva ola de violencia étnica y política en la ciudad, algo habitual en la capital de Sindh, una de las regiones más críticas con Islamabad.
El mes pasado más de 80 personas murieron durante los disturbios que siguieron a la muerte de Raza Haider, un musul- mán chií miembro del MQM, tiroteado junto a su escolta cuando acudía a un funeral.
Tras la partición del subcontinente, Karachi acogió a más de un millón de mohajirs, emigrantes de la India que acudieron a la llamada de Muhammad Ali Jinnah para formar una nación musulmana. Estos inmigrantes incrementaron drásticamente la población de la ciudad, y transformaron la demografía y la economía. Sin embargo, no fueron bien recibidos por punjabíes, pastunes y sindhis, que los tacharon de invasores. En la actualidad, el rechazo a los mohajir sigue latente, pero estos han logrado obtener una posición estable tras una serie de guerras étnicas a inicios de la década de los 90.
Los talibán irrumpieron ayer en la campaña en Afganistán secuestrando a diecinueve personas relacionadas con el proceso electoral y un candidato. Los talibán reivindicaron el secuestro de diez seguidores de un candidato y ocho funcionarios de la Comisión Electoral en el distrito de Bala Murghab, controlado por este movimiento, y del aspirante Abdul Rahman Hayat, en Laghman.
Las elecciones legislativas se celebran hoy en medio de una gran tensión debido a las amenazas de la insurgencia, pero el ambiente ha estado enrarecido desde el comienzo.
El baile de fechas (de mayo a septiembre de este año) disparaba ya las alarmas y debido a un censo electoral defectuoso, se estima que 5 de los 17 millones de votantes son fraudulentos o duplicados. Asimismo, una negligente investigación de los antecedentes de los llamados «señores de la guerra» ha permitido la permanencia de varios de ellos en las listas electorales. Además, numerosos informes denuncian de antemano una supuesta compra de votos, sobornos e intimidación.
Por lo que respecta a las instituciones electorales, el nuevo presidente de la Comisión Electoral es considerado más independiente que su predecesor, acusado de alinearse con Karzai. Sin embargo, la Comisión de Quejas es vista como desproporcionadamente favorable hacia el presidente afgano.
Además, la prohibición en 2005 de varios partidos políticos ha obligado a muchos candidatos a presentarse como «independientes», lo que, según expertos, persigue evitar la aparición de una fuerza sólida de oposición. A esto se añade el cierre de más de 900 colegios electorales «por seguridad» (sobre todo en zonas pastunes), lo que no ayuda a que la etnia mayoritaria se sienta representada convenientemente. K.Z.