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Flores y lágrimas

«Poetry»

 

Koldo LANDALUZE

Se dice que la cosecha cinematográfica de este año no figurará entre las mejores. Al menos esa es la conclusión que se ha deducido de los diversos festivales cinematográficos anteriores a Zinemaldia. Un buen ejemplo de ello podría ser “Poetry”, la quinta experiencia detrás de la cámara del surcoreano Lee Changdong con la cual logró el Premio al Mejor Guión en Cannes. Vista la película, a uno le asalta la estremecedora idea de imaginar cómo debieron ser el resto de historias que desfilaron por el renombrado certamen.

En esta su última realización, Chandong sigue apostando por un discurso trasnochado y ajado a la hora de componer el dramático mapa de emociones que acaparan los larguísimos 139 minutos de esta realización que apuesta por la vía fácil de buscar la lágrima y complicidad del público por la ruta más previsible. Para tal fin, el autor de “Pez verde” acompaña con su inmutable cámara a la anciana que protagoniza esta desolada crónica vital, que se inicia cuando un niño abandona el juego compartido con otros y fija su interés en el cuerpo sin vida de una niña que es arrastrado por la corriente de un río.
Tras este interesante prólogo, la actriz Yun Junghee acapara por completo toda la atención por que alrededor de ella pivotan todas las desgracias que se le irán acumulando. A ella le corresponde el rol de la abuela de un adolescente que, junto con otros compañeros de clase, han provocado la tragedia que se llevó la corriente del río. Chandong se toma su tiempo para ir engarzando las piezas y no demuestra ninguna prisa alguna a la hora de componer el personaje central ni a descubrirnos la pasión que este demuestra hacia la poesía. Buena parte del metraje se compone de un interminable anecdotario cotidiano en el cual la buena mujer se esfuerza en hacer todo lo posible para poder mantener a su nieto y, de paso, librarle de las garras de la policía. En su intencionalidad se encuentra lo mejor de “Poetry” por que el resto lastra por completo la película: el agotador repertorio de recitales y clases de poesía que pueblan el metraje. Desconozco la importancia de la poesía en la cultura actual surcoreana pero hay momentos de la película en los cuales los pelos se me ponían como escarpias mientras leía el subtitulado de las poesías: flores, amor, pájaros, budas levitantes… una especie de karaoke poético.

Todo ello deriva hacia un crescendo dramático en el que la protagonista intenta encontrar la inspiración perdida mientras recorre la escenografía que, momentos antes de su muerte, visitó la niña. Entre rosas, lágrimas y estrofas también hay un hueco para la tragicomedia que protagoniza el hombre enfermo al que atiende la protagonista y que encontrará en una redentora píldora de viagra y en el frotamiento de su cuidadora su último vestigio de vida y plenitud. Es una lástima que el cineasta no se haya atrevido a esgrimir las tijeras por que, quizás, el resultado hubiera sido bien diferente y mucho menos ampuloso.

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