ZINEMALDIA
Revolución villista y gala de rigor para inaugurar la edición «de las miradas»
La 58 edición de Zinemaldia ya está en marcha. Una gala inaugural que no se salió de lo habitual, en la que destacaron las ausencias forzadas de los directores Roman Polanski y Claude Chabrol, dio paso a la primera proyección oficial de este año. «Chicogrande», dirigida por el mexicano Felipe Cazals, abrió la carrera hacia la Concha de Oro con una historia basada en «héroes anónimos» y en la lealtad de los miembros del movimiento revolucionario encabezado por Pancho Villa.
Ariane KAMIO | DONOSTIA
Zinemaldia arrancó oficialmente ayer por la noche con la gala inaugural celebrada en el Kursaal. Una escenografía especialmente oscura, animada por las coreografías de la compañía de baile Dantzaz, dio la bienvenida a los primeros invitados a la 58 edición del festival. La veterana Edurne Ormazabal y el actor Eduardo Noriega fueron los encargados de guiar esta primera cita con el certamen, que comenzó pasadas las 21.00 horas, y quienes destacaron, ante todo, que esta edición será «un lugar para todas las miradas». Quizás por los efectos de la crisis, este año más se echaba de menos la presencia de estrellas internacionales que dieran brillo a esta primera ceremonia. Actores televisivos de ámbito estatal, como es el caso de Quim Gutiérrez, Verónica Sánchez o Adriana Ugarte, fueron los encargados de presentar una por una todas las secciones y contenidos que aguarda para este año Zinemaldia. Diego Luna, que inaugura la sección Horizontes Latinos con su ópera prima «Abel», junto con John Malkovich, que ha producido la cinta, fueron las dos figuras internacionales más destacadas del encuentro.
La gran ausencia la protagonizó Roman Polanski, que ayer por la noche debía haber estado en el Kursaal para recibir de primera mano el premio Fipresci, otorgado por la crítica internacional a su película «El escritor». Por motivos legales, el director polaco tiene prohibida su salida de territorio suizo, por lo que Olivia Williams, una de las protagonistas del título, recogió el premio en su nombre. Dudó con lo que Polanski habría dicho en su lugar, por lo que se limitó a dar las gracias y a subrayar que el galardón «pertenece a él más que a otra persona».
Tras una mención especial a «Poetry», encargada de inaugurar las Perlas de Zabaltegi, los miembros del jurado que se encargará de decidir cómo se compondrá este año el palmarés oficial, salieron a escena en la recta final de la gala. Su presidente, el director Goran Paskaljevic, recordó la figura de Claude Chabrol, fallecido recientemente, y cuyos funerales se celebraron ayer en París, antes de dar paso a la primera proyección.
Ante todo, lealtad
Al concluir la gala, el Kursaal acogió la proyección de la película inaugural, que arrancó la competición oficial con un marcado sabor mexicano. «Chicogrande», de Felipe Cazals, uno de los directores más importantes del celuloide mexicano, aborda la revolución de Pancho Villa y sus seguidores en su lucha contra la invasión estadounidense. La historia se posiciona del lado del héroe anónimo: del hombre que salvó la vida a un malherido Pancho Villa en 1916, cuando el presidente Woodrow Wilson envió a la caballería estadounidense para capturar al revolucionario tras la invasión frustrada a Columbus [sigue en la siguiente página] (Nuevo México).
No es la primera vez que Cazals -nacido en la localidad labortana de Getaria, aunque posteriormente fue registrado en Zapopan (Jalisco)- centra sus películas en las revoluciones mexicanas y en movimientos históricos como fueron el zapatistas y el villista. El autor de «Canoa» -basada en una tragedia ocurrida el 14 de septiembre de 1968 en el poblado de San Miguel Canoa en el estado de Puebla-, «El apando» y «Las Poquianchis», entre otros, no entiende el cine sin discurso político. En esta película, en la que un miembro del grupo de Villa arriesga su vida para conseguir ayuda médica para el general, tiene la «lealtad» como columna vertebral de la narración en un episodio «delirante» de la historia.
«La figura de Villa es tangencial en la película -declaró ayer Cazals ante los medios, junto con los actores Damián Alcázar, Daniel Martínez y Juan Manuel Bernal-, lo que nos interesa es hablar del villismo y de su lealtad. Un movimiento revolucionario no es sólo un personaje, sino todo su caos», aseguró. Cazals restó importancia a la existencia de dicho movimiento para insistir en que «lo importante es saber por qué cuenta con tantos seguidores que son tan fieles a sus ideas».
«La revolución es un hecho logrado por dos grandes perdedores: Emiliano Zapata y Pancho Villa», dijo el cineasta para subrayar que hoy en día todavía existen 40 millones de personas en México que no comen dos veces al día; «Villa sigue teniendo razón. Zapata sigue teniendo razón».
En ese sentido, también recordó que la revolución todavía no ha acabado, y que miles de mexicanos son «perseguidos y cazados» por estadounidenses en Arizona. La esencia del título se resume con la frase «morirse es muy fácil. Lo difícil es vivir correctamente», y, para Cazals, «correctamente» sólo se vive en términos de fidelidad a una causa.
«La figura de Villa es meramente tangencial. Nos interesa el villismo en términos de lealtad. Y esto vale para cualquier causa: zapatismo, ghandismo, mandelismo...», aseguró Cazals.