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El Ejército de EEUU arruina la vida de los soldados con conciencia

La filtración a Wikileaks de miles de documentos secretos sobre la guerra de Afganistán se ha convertido en un torpedo en la línea de flotación del Pentágono. El frente informativo de la «guerra contra el terror» parece tambalearse. Los medios se centran en Julian Assange, fundador de Wiki- leaks, que ha recibido en pocos días varias denuncias de carácter sexual. Sin embargo, ¿qué ha sido del soldado que le filtró la información?

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Aritz INTXUSTA

El analista de inteligencia Bradley Mannig se encuentra preso en una prisión militar en Quantico, Virginia. Se enfrenta a 52 años de cárcel por difundir un espeluznante vídeo en el que se observa el asesinato de civiles en Irak a manos del Ejército estadounidense (que se puede consultar en www.collateralmurder.com). Manning, de tan sólo 22 años, consiguió filtrar a Wikileaks las imágenes unos meses antes de que la página web hiciera público que poseía 92.000 documentos secretos sobre la guerra de Afganistán y pusiera en jaque a todo el servicio secreto estadounidense. Es la única garganta profunda de Wikileaks que el Ejército ha conseguido atrapar y, por el momento, el único sospechoso de filtrar todos los documentos de la guerra de Afganistán.

El soldado vive casi ajeno a la polémica que se ha desatado alrededor de él. El responsable de su red de apoyo, Mike Gogulski, explica a este periódico que sólo tiene constancia de que su tío lo haya ido a visitar. «Nosotros sólo podemos enviarle mensajes de apoyo a través de sus abogados, pero es una fórmula unidireccional y no recibimos sus mensajes. Tampoco tengo constancia de si le dejan recibir llamadas de sus familiares», dice Gogulski.

El caso Manning desata pasiones encontradas. El congresista republicano Mike Rogers ha pedido públicamente que sea fusilado. Por su parte, Gogulski quedó impactado por la crudeza del vídeo y decidió pelear por el soldado que, además, es un activista homosexual. «Quedé horrorizado al ver el vídeo de Collateral Murder. Cuando me enteré que habían arrestado a Manning me enfadé y decidí crear el grupo de apoyo para defender su causa». En apenas unas semanas, Gogulski ha conseguido reunir 45.000 dólares que se sumarán a los 50.000 que ha prometido Wikileaks para pagar el abogado de Manning cuando el soldado elija uno. El trabajo de los activistas de la red de apoyo a Manning ha sido elogiado recientemente por «The Washington Post» y el movimiento va creciendo en fuerza con manifestaciones frente a la cárcel de Quantico, en Oklahoma y Nueva York en sólo una semana.

Wikileaks garantiza el anonimato absoluto para sus confidentes, según lo expone en su página web, gracias a sofisticados programas para ocultar las fuentes. Pero Manning fue traicionado después de sincerarse con Adrian Lamo («un individuo que se hace pasar por periodista», en palabras del propio Gogulski).

Especialistas en casos de delatores, como Stephen Khon, denuncian una campaña «selectiva» por parte del Gobierno de Barack Obama «para asegurarse que sus empleados mantienen sus bocas cerradas». Gogulski va más allá «La situación es más que curiosa. Durante la campaña, Obama prometió una mayor transparencia en el Gobierno y que quienes denunciaran crímenes obtendrían una mejor protección. Pero al final, el presidente del cambio, sí que ha conseguido un verdadero cambio: la Administración Obama persigue a más delatores que todos los anteriores gobiernos juntos».

Los militares, más desprotegidos

El director legal del principal lobby de Washington en favor de los derechos de quienes denuncian los crímenes de la administración norteamericana (el NWC), Richard Renner, en declaraciones a GARA, explica a qué se enfrenta un soplón en EEUU. «En la mayoría de casos en los que trabajo o he trabajado, el delator es despedido, pero en ocasiones hay quien mantiene su empleo y eso es casi peor. Se les impide cualquier tipo de promoción, reciben malas evaluaciones por parte de sus superiores, suspensiones de empleo y deben enfrentarse a diario con un ambiente de trabajo hostil», explica el dirigente del lobby.

Renner trabaja en varios de los casos más sonados de la historia reciente de EEUU, como el del teniente coronel Darrel Vandeveld, que denunció en un informe las prácticas llevadas a cabo en Guantánamo, o el de la agente especial del FBI Jane Turner, cuyo caso sigue sin resolverse. Después de 20 años en los Servicios de Inteligencia, Turner presionó para acabar con las violaciones a niños dentro de las reservas indias de Dakota del norte. En represalia por denunciar los fallos del FBI al combatir esta lacra, la agente fue degradada de su cargo.

Este especialista sigue muy de cerca el asunto Manning. «Éste es un caso trascendental, puesto que nuestro Gobierno no quiere que se conozca un registro verdadero sobre la realidad de las guerras. Por tanto, el único registro histórico válido depende de las filtraciones que se consigan obtener. Todos los que de verdad quieren saber la verdad y creen que la transparencia es mejor, deben apoyar a personas como Bradley Manning», dice el director del lobby.

No obstante, el futuro de Manning es incierto. «Los soldados tienen una protección muy limitada. En realidad, su protección sólo les cubre cuando envían la información que tienen a sus superiores, a inspectores generales o a miembros del Congreso», explica Renner. «Una filtración de un soldado a Wikileaks no cuenta con protección alguna según la ley Military Whistleblower Protection Act. Por contra, un agente del FBI cuenta con una ley especial y es una oficina del Departamento de Justicia la que toma la decisión final. Nosotros hemos tenido varios éxitos en casos de agentes del FBI».

A lo único que podría agarrarse Manning, según este experto, es a una sentencia de la Corte Suprema de EEUU de 2006. En ella, el Alto Tribunal prohíbe «cualquier represalia que vaya destinada a disuadir a otros empleados» de cometer el mismo acto, lo que podría evitar la aplicación de medidas ejemplarizantes contra el soldado. Lo cierto es que Manning, antes de recurrir a Wikileaks, sí que trató de transmitir la información a sus mandos superiores, pero sus intentos fueron en vano.

El agente contrainteligencia David Debatto está convencido de que la vida de Manning está ya arruinada incluso si lograra eludir los 52 años de prisión que penden sobre su cabeza. «Si te consideran un soplón dentro del Ejército, tienen una buena oportunidad para arruinar con tu vida». Manning probablemente será dado de baja con deshonor, lo que le conllevará, según Debatto, la pérdida de todos sus beneficios, además de dificultades para encontrar un trabajo decente como civil y le cerrará las puertas a un préstamo o para un simple alquiler.

La guerra de Irak ha aportado numerosos casos de prácticas inhumanas contra soldados que han denunciado crímenes por parte del Ejército norteamericano. Por ejemplo, el sargento Frank Ford, que después de denunciar a sus superiores cinco casos de tortura en interrogatorios a presos (en su relato, especificaba prácticas como la asfixia, los simulacros de ejecución, cigarros encendidos en la oreja o descoyuntamiento de brazos) fue recluido en un sanatorio mental durante ocho meses. Todas las evaluaciones que se realizaron a Frank Ford durante esos ocho meses arrojaban la misma conclusión. El soldado estaba perfectamente cuerdo: cuando logró salir del manicomio, Ford fue expulsado del Ejército.

Según relatan los expertos consultados, la ley marcial da manga ancha a los superiores para castigar a quienes están a su mando si hablan demasiado. Los comandantes pueden adoptar medidas «no judiciales» contra ellos, como la dieta del pan y agua, acarrear sacos de arena o correr durante horas a diario. Los soldados pueden negarse a cumplir las órdenes de su comandante, pero en tal caso, sí que se enfrentarían a un tribunal militar por desacato.

Otro de los casos que más repercusión ha tenido en los Estados Unidos ha sido el de Joe Darby, el soldado que consiguió las fotos sobre las torturas de Abu Ghraib que acabaron en manos de la prensa. Más tarde se supo que quien realmente entregó las fotos a los medios de comunicación fue Bill Lawson, tío de uno de los soldados acusados. Sin embargo Darby hubo de cargar con la culpa. El soldado fue acusado de ser «una rata, un traidor antiestadounidense y un antipatriota». La campaña contra él llegó a tal extremo que solicitó un programa de protección de testigos para no tener que volver a su casa en la ciudad de Cumberland (Maryland) de donde procedía también gran parte de su unidad de reservistas. Darby temía que sus ex compañeros le asesinaran. Finalmente fue admitido por el programa de protección de testigos (conocido por las siglas CID). El CID determinó que, probablemente, para Darby nunca sea seguro volver a su ciudad natal. «Nosotros hacemos justicia a nuestra manera. Nadie le alquilará una casa o se la venderá. Si lo hicieran, alguien iría a destruirla», testificaron los vecinos a los agentes del CID.

Enfrentarse a semejante maquinaria opresora requiere de una gran valentía. Bradley Manning dijo haberlo hecho porque «era importante que saliera. Siento que, por alguna extraña razón, en realidad podría cambiar algo».

De la prisión de Kuwait a la de Connecticut, y los cargos aumentan

El soldado Bradley Manning fue detenido en mayo de este año en Irak por agentes de la unidad de Investigación Criminal del Ejército estadounidense. En un primer momento, fue recluido de forma preventiva en la prisión militar de Arfijan, en Kuwait. En julio, a los dos cargos por mala conducta que se le habían imputado, se sumó la acusación de «transferir datos clasificados desde su ordenador militar», equipo al que, al parecer, había añadido «software no autorizado». Se le acusa de haberse descargado unos 150.000 documentos clasificados del Ejército y luego «comunicar, transmitir y entregar información de Defensa a personas no autorizadas». En concreto, se menciona que se descargó un documento power point con un secreto importante y el vídeo de una operacion militar en Bagdad del 12 de julio de 2007. Por todo ello, podría acabar siendo castigado con 52 años de cárcel, pero el proceso judicial, que se llevará en tribunales militares, todavía no ha comenzado. El siguiente paso en el proceso contra Manning será una vista con una especie de jurado militar. Después de ello, se designará a un oficial para que investigue a fondo el caso. El informe que remita este oficial será valorado después por un tribunal elegido por las autoridades militares.

Por su parte, la web Wikileaks ni confirma ni desmiente si Bradley Mannig ha sido su fuente estrella, ni siquiera si efectivamente fue Manning quien les envió el vídeo de la operación en Bagdad. Su política de privacidad es muy restringida y ellos alegan que «nunca recogen información sobre sus fuentes». No obstante, el apoyo que recibe el soldado de la web es importante. «Si Bradley Manning es el delator, es sin duda un héroe nacional», han llegado a decir los responsables de Wikileaks. Asimismo, el periodico británico «The Guardian» ha asegurado que Wikileaks ha contratado a tres abogados para que colaboraran con la defensa del soldado, pero que el Ejército de EEUU no les ha dejado ponerse en contacto con Manning, a pesar de que éste ya no se encuentra en Arfijan, sino que ya se encuentra en una institucción penal del Ejército de EEUU en Connecticut. Se sabe, por otra parte, que desde el 29 de julio el soldado se encuentra recluido en solitario, sin poder relacionarse con otros presos. En principio, el proceso contra Manning iba a celebrarse en Washington en agosto, por lo que ya va con retraso. Por otra parte, desde que se conociera que Wikileaks contaba con 90.000 documentos secretos sobre la guerra de Afganistán, inmediatamente Manning se convirtió en el principal acusado por la filtración.

Manning, nacido en 1987, trabajaba en la Segunda Brigada de Combate (10ª División de Montaña). Fue traicionado por un pirata informático llamado Adrian Lamo, a quien confesó haber enviado a Wikileaks el vídeo de la matanza de civiles en Bagdad, cuyo resultado fue de 11 civiles muertos, entre ellos dos reporteros de la agencia Reuters.

CONFESIÓN

Manning confesó a Adrian Lamo ser quien filtró el vídeo, pero el Ejército le acusa también de la filtración de todos los documentos secretos sobre la guerra de Afganistán.

52

años

Bradley Manning se enfrenta a una pena que puede llegar a 52 años de cárcel por filtrar documentos. Será juzgado por un tribunal militar.

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