Colombia anuncia la muerte del jefe militar de las FARC
El Gobierno colombiano informó ayer de la muerte, en un bombardeo de las Fuerzas Armadas, del jefe militar y «número dos» de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), «Mono Jojoy». El presidente del país, Juan Manuel Santos, calificó la acción como «el golpe más duro» dado a las FARC en toda su historia. En plena euforia, las autoridades pidieron a los guerrilleros que se entreguen bajo la promesa de «respetarles la vida y la dignidad, como corresponde».
GARA
Víctor Julio Suárez Rojas, Jorge Briceño o Mono Jojoy, jefe militar de las FARC y lugarteniente del líder de la guerrilla, Guillermo León Sáenz Vargas, Alfonso Cano, fue abatido ayer en un operativo militar en La Macarena, en el departamento colombiano del Meta, según anunciaron el Gobierno y la Fiscalía General. Junto a él murieron Carlos Antonio Lozada -miembro del Secretariado General- veinte guerrilleros que conformaban el anillo de seguridad de Briceño, según las autoridades, que aseguraron que las FARC se están «desmoronando internamente», ya que para llevar a cabo esta acción se contó con la ayuda de miembros de la organización armada.
El ministro colombiano de Defensa, Rodrigo Rivera, afirmó que la «Operación Sodoma», en la que tomaron parte el Ejército, la Infantería, la Marina, la Fuerza Aérea y la Policía Nacional, apuntó al «mismo corazón estratégico de las FARC» y supone «el más fuerte golpe en la historia de Colombia contra esta organización narcoterrorista».
Explicó que «hemos llegado a la madre de todos los campamentos de las FARC, de más de 300 metros de longitud, con un búnker en el que se refugiaba el cabecilla, con túneles de escape para burlar a la Fuerza Pública».
Santos: «Simbolizaba el terror»
Desde Nueva York, el presidente del país, Juan Manuel Santos, aseguró que «ésta es la operación de bienvenida a las FARC». Aseveró que «Mono Jojoy simbolizaba el terror, simbolizaba la violencia y, por eso, creo que es el golpe más contundente que se había dado a las FARC en toda su historia, más que el de Raúl Reyes, es una noticia histórica».
Santos advirtió a los integrantes de las FARC de que «vamos a por ellos», aunque dijo no poder «ser triunfalista». Sin embargo, Rivera, en medio de la euforia, pidió a Alfonso Cano y al resto de guerrilleros que se desmovilicen y se entreguen, bajo la promesa de garantizarles sus derechos. «Les respetaremos la vida y la dignidad como corresponde», dijo Rivera, quien agregó que el Ejecutivo «está resuelto a conquistar la paz por la razón o por la fuerza».
Mono Jojoy, de 57 años y «número dos» de la guerrilla tras la muerte de Raúl Reyes, estaba vinculado desde 1975 a las FARC, en cuya filas ingresó como guerrillero raso y fue ascendiendo hasta llegar al Secretariado General y situarse por debajo de Alfonso Cano. Se le consideraba su jefe militar y líder de la llamada «línea dura» de la organización, informó Telesur. El Gobierno había ofrecido por él, al que imputaba cientos de ejecuciones, masacres y secuestros realizados en el marco del conflicto armado que vive Colombia, una recompensa de 2,7 millones de dólares.
Al anuncio del Gobierno colombiano de la muerte del jefe militar de las FARC le sucedieron nuevos llamamientos al diálogo con las FARC. El ex presidente colombiano Ernesto Samper, en una entrevista con Telesur, aseguró que «es un momento para obrar con calma, con serenidad y ofrecer una salida política a las FARC». En el mismo sentido, la senadora colombiana Piedad Córdoba señaló que las operaciones militares contra los grupos guerrilleros no acabarán con el conflicto ni fortalecerán la democracia en el país, por lo que llamó a ambas partes a dialogar.
Samper aseguró que la muerte de Mono Jojoy no supone el fin de las FARC, que pueden reconstituirse, sino que debería llevar a la apertura de canales de diálogo, y alertó sobre la posibilidad de que el conflicto interno se intensifique si sectores y grupos armados al margen de la ley creen que la guerrilla está debilitada. «No es momento de triunfalismos», dijo.
Por su parte, Córdoba llamó a la negociación y al diálogo político, porque afirmó que las operaciones militares no acabarán con el conflicto, e instó a ambas partes a sentarse y buscar una salida a la guerra. GARA