La muerte del comandante militar de las FARC incrementa las dudas sobre el éxito guerrillero
Manuel Briceño, conocido con el alias Mono Jojoy, con casi cuatro décadas de lucha guerrillera a sus espaldas y considerado el máximo comandante militar de las FARC, ha muerto tras un bombardeo del Ejército colombiano. En una operación calificada por el presidente de aquel país, José Manuel Santos, de «bienvenida a las FARC» y «mayor golpe de la historia», y desde la Casa Blanca como «importante victoria», la guerrilla de las FARC sufre el enésimo golpe a su comandancia general. Briceño se suma a la lista de Raúl Reyes, Iván Ríos, Sixto Cabana, además de a la muerte tras una larga enfermedad de su máximo e histórico líder Manuel Marulanda Tirofijo, y confirma las dificultades objetivas que tiene la estrategia guerrillera no sólo para mantenerse, sino sobre todo para alcanzar el éxito en sus propósitos. Las FARC llegaron a controlar sin dificultad amplias zonas del país y fueron de facto un contrapoder y una alternativa política que tuvo su momento para materializarse. Algo que hoy se antoja muy inviable, si no imposible. La opción de victoria militar que Santos y EEUU defienden se ve ganadora en las actuales coordenadas. Construir la alternativa a esa opción requiere reinventar la estrategia.