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Martin Garitano Periodista

Provocaciones

Han pasado treinta y cinco años, pero todo el que tenga la edad suficiente recuerda aún en Euskal Herria dónde estaba a las ocho y media de la mañana de aquel 27 de setiembre de 1975.

Franco se resistía a dejar de matar cuando él mismo se estaba muriendo y, casi a modo de provocación contra quienes estaban dispuestos a acabar con su tenebrosa dictadura, fusiló a los últimos cinco combatientes por la libertad que pudo.

Rafael Alberti, en vísperas de las ejecuciones, se lo hacía saber: «Si los condenas a muerte. Si los matas, ellos serán los seis clavos de tu caja. Mueran o no, tú estás ya muerto, muerto ya, en la tapa de tu caja hay seis clavos». Pero el régimen necesitaba reafirmarse en la represión para buscar su propia supervivencia.

Marc Palmés nos dejó el escalofriante testimonio del asesinato de Txiki Paredes: «Sobresalía por encima de la hilera formada por los guardias. Eran voluntarios del Servicio de Información, con barba y melenas. Se habían vestido de uniforme, con el tricornio, y la imagen que ofrecían era grotesca y brutal. Eran seis guardias y llevaban dos balas cada uno. Las empezaron a disparar de una en una, con saña».

A la misma hora Angel Otaegi era fusilado en la prisión de Burgos, sin testigos, y en Hoyo del Manzanares caían abatidos los militantes del FRAP Baena, Sánchez Bravo y García Sanz.

A Franco le quedaban apenas dos meses para ser sepultado en el Valle de los Caídos, pero quiso frenar con más represión la decadencia de su régimen y certificar así que todo quedaba «atado y bien atado» y no iba a haber un tiempo nuevo.

Hoy también estamos en vísperas de un nuevo tiempo en Euskal Herria. El fruto de décadas de lucha puede estar más pronto que tarde al alcance de la mano y, como Franco en su agonía, el régimen renovado se resiste a admitir que no hay fuerza que pueda parar la Historia.

Por eso vuelven a la carga con más represión. Por eso las detenciones, encarcelamientos, torturas, prohibiciones.

Como el viejo dictador, quienes quisieran cerrar el paso a la marcha hacia la libertad del pueblo vasco confían en que la represión ciegue el camino emprendido por los independentistas y haga saltar por los aires un proceso que ya ha comenzado y para el que la izquierda abertzale necesitará acreditar de nuevo su capacidad de sacrificio, su voluntad de lucha y también serenidad, nervios templados y no caer en las provocaciones que vengan.

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