«Nos pidieron representar qué es la revolución hoy en día en un máximo de diez minutos», explicaba el actor y cineasta Gael García Bernal durante la multitudinaria presentación en el Festival de Berlín de «Revolución». La película, una compilación de los cortometrajes filmados por otros tantos jóvenes cineastas que pertenecen a la generación post PRI (el partido que gobernó el país durante casi setenta años) también ha triunfado en el festival de Biarritz, dedicado al cine y a la cultura de Latinoamérica.

Anoche se alzaba con el premio Abrazo a la mejor película, en la gala de clausura que tuvo lugar en la Gare du Midi. La cinta celebra el centenario de la revolución mexicana desde la óptica de cada uno de los autores: Gerardo Naranjo se pregunta por qué sigue sin haber justicia tras la revolución -«¿qué diablos nos pasa? No es que haya mexicanos buenos o malos, sino hombres desesperados»-; Diego Luna se cuestiona la comodidades de unos, mientras que otros viven en la miseria; Gael García Bernal aborda la irreverencia infantil ante los símbolos patrios y religiosos, y Carlos Reygadas, que muestra una fiesta en Tepoztlán en la que reina el caos, cuestiona un país en donde no hay comunidad de objetivos, sino «diferencias cosmogónicas abismales entre sus habitantes».

Ricos y pobres

Durante estos días, la localidad costera labortana ha vuelto a convertirse en un activo centro cultural, al que han acudido escritores como el chileno Luis Sepúlveda. El autor de títulos como «El viejo que leía poemas de amor» ha formado parte del jurado de la sección de largometrajes a competición junto a, entre otros, el conocido actor francés Patrick Chesnais. Un jurado que decidió conceder también el Premio del Jurado a la boliviana «Zona sur», de Juan Carlos Valdibia. Este título, que llegaba arropado por los dos premios objetivos en el Festival de Sundance -mejor director y mejor guión en cine internacional- es una crónica del abismo entre dos culturas: los blancos ricos y los indios pobres. Contada a través de una familia de clase alta que vive en La Paz -al contrario de otras ciudades, allí los ricos viven abajo-, la película nos muestra la burbuja de confort con la que conviven con los habitantes aymaras de la casa. Pero la burbuja eclosiona.

El argentino Osmar Núñez, con una larga trayectoria en teatro y en el cine, obtuvo el premio al Mejor Actor por la inquietante «La mirada invisible», de Diego Lerman, que también pudo verse en Zinemaldia. Núñez es el severo rector de un colegio durante el ocaso de la Junta Militar. En interpretación femenina, el galardón fue para la terna protagonista de la brasileña «Sonhos roubados», de Sandra Werneck. Las jóvenes actrices Narda Costa, Amanda Dioniz y Kika Farias protagonizan este retrato de la adolescencia en las favelas, un lugar al que irremediablemente vuelve el cine brasileño; aunque Werneck, por primera vez en el cinematografía de su país, fija la mirada en la situación de las mujeres. En en las favelas transcurre también la ganadora del Premio del Público: la multipremiada: «5 x favela», otro filme colectivo rodado por jóvenes cineastas brasileños que arrasó en el Festival de Cannes.

El Abrazo al mejor cortometraje curiosamente recayó en la cubana «Los minutos, las horas», de Janaina Marques Ribeiro, ganadora a su vez del premio de las Escuelas de Cine de Zinemaldia; el corto «La mina de oro», del mexicano Jacques Bonnavent, obtuvo el premio Shorts TV Numérica, mientras que el Abrazo al Mejor Documental fue para la brasileña Flavia Castro, por «Diario de uma busca».