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Derrota en Mestalla

El Athletic tardó demasiado en enrollar la alfombra roja

Los rojiblancos disputaron un primer tiempo pésimo, en el que lo mejor fue que el Valencia se marchara a vestuarios con sólo un gol de renta. La reacción tras el descanso no generó excesivas ocasiones claras, pero permitió soñar con la remontada hasta el final.

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VALENCIA 2

ATHLETIC 1

Amaia U. LASAGABASTER

Aunque escuezan igualmente, no todas las derrotas llegan de la misma manera. Las hay forzadas por la superioridad evidente del rival, por la mala suerte, por los errores, por la actuación arbitral o, como ayer, porque uno se empeña en ponerse la soga al cuello regalando 45 minutos a un rival que no lo necesita.

Así que si las derrotas frente a Atlético y Barcelona dejaron el consuelo de la entrega o incluso de la polémica, con la de Mestalla es difícil realizar alguna lectura positiva. Es cierto que el equipo volvió a levantarse tras tocar fondo, aunque fuera una cuestión de coraje más que de juego; y que esa misma casta impidió que la victoria valencianista no estuviera clara hasta el pitido final. Pero también lo es que los bilbainos podían haberse ahorrado un segundo tiempo a la desesperada si no hubiesen desperdiciado el primero.

Que fue lamentable. El Athletic había ofrecido muchas versiones en el arranque de temporada y, desde luego, no se había echado de menos la que escenificó en el césped de Mestalla. Sin agresividad, ni ritmo, ni prácticamente presencia, hubo momentos en los que los jugadores bilbainos parecieron conos dispuestos por el campo para el entrenamiento de su rival. El balón les repelía como el agua al aceite. Verlo, sí lo veían. Permanentemente en los pies del rival y casi con la misma asiduidad en el área de Gorka Iraizoz.

Topal, Fernandes, Mata y, sobre todo, Pablo Hernández no dejaron de enviar balones con peligro; y Soldado y, más aún, Aduriz, de rematarlos. En seis minutos ya se habían contabilizado un disparo fallido del donostiarra, una mano de Iraizoz salvando el centro de Pablo y una cesión terrorífica de San José que su guardameta se quitó de encima como pudo. En doce, el Valencia ya se había adelantado, al cabecear Aduriz tras una bonita combinación de Pablo y Soldado. Hubo que esperar algo más para que el balón se acercase a César, con un centro fallido de Igor Martínez al que no llegó Fernando Llorente.

Prácticamente nada y prácticamente lo único que ofreció en el primer tiempo el Athletic, que tampoco mejoró con el inesperado movimiento de Joaquín Caparrós: su equipo se vio tan flojo con Pablo Orbaiz en el interior diestro y Carlos Gurpegi en el pivote como a la inversa.

Vivos pese a todo

Ajeno a los experimentos del rival, el Valencia siguió llegando. Por la derecha, por la izquierda y por el centro. Pero Velasco Carballo puso fin a la agonía y toda la alfombra roja que había extendido el Athletic sobre el césped de Mestalla apenas lo había podido aprovechar su anfitrión.

Por fortuna, porque permitió a Caparrós dedicar su charla en el vestuario a un equipo todavía vivo. Un equipo al que se le encendieron las luces en la reanudación. Puede que no todas, pero el cambio fue radical, teniendo en cuenta el apagón del primer tiempo. Se vio, al menos, a un Athletic bastante más parecido al que se había esperado de inicio. Atento, intenso, agresivo. Un estilo sin demasiadas delicadezas pero que permitió a los rojiblancos neutralizar al Valencia y amenazar su ventaja. No es que las ocasiones claras abundaran, ni que el Valencia llegara a pedir la hora a gritos, pero al menos el balón pasó bastantes más minutos cerca de César que de Iraizoz.

Caparrós fue metiendo artillería en el campo -puede que más, incluso, de la esperada porque Javi Martínez se retiró lesionado y, sin defensas ni centrocampistas defensivos en el banquillo, fue Muniain el que recogió su testigo- y su equipo siguió suspirando con la remontada. Que no llegó, pese a que los bilbainos volviesen a protagonizar otra recta final repleta de emociones.

Con el noventa recién cumplido, el Chori Domínguez aprovechó uno de los huecos a los que estaba condenado su rival para enviar el balón a Vicente, que no perdonó. Y antes de que se pudiera hablar de sentencia, Gabilondo anotó un golazo de falta directa que se coló por la escuadra. Las alturas del partido impidieron que se convirtiera en el inicio de la remontada y lo relegaron a gol de la honrilla.

Insuficiente, por tanto, para evitar que el Athletic viva el parón liguero metido en el grueso pelotón central de la tabla.

 

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