Funeraria Bilbaína puso en marcha la semana pasada el horno crematorio que poseé en su tanatorio de la avenida Zumalakarregi, a escasos metros del Ayuntamiento de Bilbo. La instalación se encuentra en periodo de «prueba de carga» al objeto de conocer las emisiones contaminantes que lanza el incinerador de cadáveres y recibir posteriormente, si se ajusta a la legalidad, el permiso de Medio Ambiente de Lakua.

Las quejas vecinales no se han hecho esperar y -según el portavoz de la asociación Gure Etxea, Carlos Ruiz- justificadas por «el olor nauseabundo» que se respira por la noche en el entorno del equipamiento funerario. Ruiz explicó ayer que, de las 00.00 a las 2.00, las emisiones son «insoportables» y se vienen repitiendo día tras día. Citó lo vivido ayer de madrugada, en que al «olor insoportable» de las primeras jornadas, se sumó otro peor, ya que «han debido utilizar algún incienso o desodorante y el resultado es aún peor que al principio».

La alarma saltó el pasado 29 de setiembre, cuando hacia la medianoche, a los vecinos de Uribarri se les hizo «imposible» mantener abiertas las ventanas de sus viviendas, ya que «penetraba en las casas un olor pestilente, picaban los ojos y la tos afectaba espontáneamente a todas las personas que andaban por alrededor del tanatorio de Funeraria Bilbaína».

Gure Etxea está muy molesta por «las claras consecuencias de permitir una instalación contaminante en un casco urbano» y solicita al Consistorio bilbaino, a los jueves y al Ejecutivo de Lakua que «respondan ahora a esta nueva agresión a nuestro barrio». Desde el organismo ciudadano instan a los afectados a que se pongan en contacto con ellos para recopilar testimonios y partes médicos, de cara a vehiculizar las reclamaciones ante las distintas administraciones implicadas.

Tras las primeras evidencias de que las emisiones del crematorio son, al menos, molestas, el colectivo vecinal espera que Medio Ambiente de Lakua le informe de los datos que han recogido en los últimos días y, además, le explique los instrumentos con los que cuenta para efectuar esa labor. El Consistorio tan sólo puede controlar los ruidos y las vibraciones de la polémica instalación.

Tal y como se recogió en la autorización parcial otorgada en julio por el Gobierno de Gasteiz, en los próximos meses se controlarán las emisiones del horno antes de concederle el permiso definitivo. Los vecinos conocen por las informaciones recogidas en los medios de comunicación, que el departamento que dirige Pilar Unzalu ha colocado diversos equipos de medición de gases para detectar el nivel de partículas emitidas a la atmósfera y la naturaleza de las sustancias que salen por la chimenea. Si el horno no supera los índices de emisiones fijados por la legislación, Lakua otorgará de inmediato la autorización a Funeraria Bilbaína.