Que nadie escupa sangre para que otro viva mejor
El autor se sirve de una conversación que mantuvo con un amigo, quien a la pregunta que da título a este artículo le respondió: «es una pregunta que no me hago. Por eso no necesito respuesta», para analizar la utilización del concepto «Dios» en la relación entre religiones y poderes públicos. Afirma que «las iglesias necesitan el poder del estado como recaudador de fondos», y que «cada religión define y mantiene su propio dios» para intereses propios. Niega que la religión o la fe sean la única fuente de moralidad y concluye defendiendo que «la cuestión no es saber si dios existe o no. El respeto íntegro a los demás en todos los aspectos de la vida, y la solidaridad entre las personas, no precisa de ninguna creencia, salvo de la evidencia de la igualdad entre las personas».
Oportunidad perdida... tras oír a Urkullu
Reacción
Los invisibles
Hoy voy a dejar de ser lehendakari