Los rojillos siguen dando palos de ciego
Un punto más y un cese menos
Parecida imagen y resultados que en el inicio de la 2008/09, tras cuya sexta jornada el presidente Pachi Izco despidió a Ziganda.
Natxo MATXIN
En apenas diez días se cumplirán dos años de la sorpresiva y fulminante destitución del Cuco Ziganda como técnico rojillo, precisamente coincidiendo con un parón liguero tras haberse disputado la sexta jornada. Por aquel entonces, el máximo mandatario osasunista, Pachi Izco, apeló a los resultados y a que el equipo había entrado en una «tónica peligrosa» para justificar el cese del de Larraintzar.
Dos temporadas más tarde, el equipo ahora dirigido por José Antonio Camacho apenas tiene un punto más que por aquel entonces y la situación no parece mucho más halagüeña. Sin embargo, no tiene pinta de que las decisiones del presidente rojillo vayan a ir por parecidos derroteros, despidiendo a un técnico murciano muy cuestionado desde diferentes instancias.
Izco puso el listón muy alto en un club acostumbrado a armarse de paciencia y a hacer piña en los momentos difíciles, de ahí que su inusual decisión traiga ahora consigo comparaciones que se vuelven en su contra. Como en el comienzo de la 2008/09, el equipo ha mostrado su cara más irregular, con la salvedad de que en aquellos momentos se estaba en fase de creación de un bloque y en estos momentos no se sabe muy bien hacia dónde se va.
La sensación de precariedad que destila cuerpo técnico y plantilla -uno por carecer de proyecto deportivo y otra por su confección pensando en el corto plazo-, unida a la más o menos argumentada falta de protagonismo de la cantera, no ha hecho sino generar un palpable divorcio con la afición, que se va acrecentando día a día con cada revés del marcador.
Y es que si bien es verdad que el de Larraintzar no gozaba del favor de toda la grada -su pasado deportivo en el Athletic pesaba lo suyo para cierto sector de la afición navarra-, no es menos cierto que Camacho no ha cuajado entre la hinchada, no tanto por «aspectos políticos», como al de Cieza le gusta utilizar cada vez que puede, sino porque el graderío no termina de ver su implicación con el equipo.
Una percepción que no sólo se transmite desde una parte importante de la masa social, sino que se comparte por los diversos estamentos del club. A excepción de quien ostenta el sillón presidencial, quien parece haber encontrado en el preparador murciano la guinda a su tercer mandato, pese a que ni la imagen ni los resultados terminen de acompañar.
Fracaso en su liga
Un bagaje el de de este inicio liguero que todavía es más sangrante si se tiene en cuenta que, a excepción del Real Madrid, el resto de rivales han sido de la liga en la que debe fajarse Osasuna, habiéndose enfrentado a un Almería sin rumbo, un Mallorca espeso, un Espanyol plagado de suplentes y un Levante justito, pero ante los que no ha podido sacar adelante sus compromisos. Ahora, quince días para preparar la visita a un Depor que espera herido en Riazor.
Al día siguiente de su despido, Ziganda comentó que lo sucedido «no era normal» en Osasuna. Pese a todo, no hubo reproches hacia su jefe. «Si creímos que este presidente y su junta eran los mejores cuando nos designaron, ahora también debe ser así», dijo el de Larraintzar.
Aunque en principio no estaba previsto, pasado mañana Osasuna disputará un amistoso frente al Numancia en las instalaciones de Tajonar. El encuentro comenzará a partir de las 17.00. La primera plantilla rojilla entrenará hasta el próximo viernes, tendrá descanso durante todo el fin de semana y regresará al trabajo el lunes por la tarde.
La sesión matutina de ayer estuvo marcada por la ausencia de los titulares que jugaron frente al Levante y los cuatro internacionales -Monreal, Vadocz, Nekounam y Masoud-. El susto de la mañana lo dieron Riesgo y Rúper en un encontronazo entre ambos, con peor suerte para el navarro, pero que acabó sin consecuencias.