Puede que las expectativas generadas a raíz de la trayectoria de la temporada pasada hayan sido desmesuradas a la vista de lo que ha ocurrido en el inicio liguero, pero la realidad es que el Athletic ha tenido que lidiar con un factor determinante para este irregular comienzo: la mitad de sus partidos los ha tenido que disputar contra rivales llamados a estar en lo más alto de la tabla.

Y, consecuencia de esto, todos ellos los ha perdido. Quizás más de un aficionado hubiera pensado que la escuadra rojiblanca iba a estar a la altura de esos oponentes, sin embargo, los hechos demuestran que hay un grupo de contrarios que están un peldaño por encima del nivel que tienen ahora mismo los dirigidos por Joaquín Caparrós.

Para empezar, el conjunto vizcaino tuvo la mala suerte, si es que se puede denominar de esa forma, de toparse con la mejor versión del Atlético de Madrid en el momento menos oportuno para los intereses rojiblancos. Los colchoneros se habían preparado a conciencia para el inicio de campaña -ahora comienzan a pagarlo-, con vistas a conseguir la Supercopa europea y lograron la hazaña de arrebatársela al Inter.

Con la inercia propia de la consecución de dicho título se presentaron en San Mamés para llevarse los tres puntos gracias, entre otras cosas, al feeling que siempre destapa el nombrado mejor jugador del pasado Mundial, Diego Forlán, cada vez que se mide con el Athletic y que se convierte en goles en su contra.

Al actual campeón liguero no le hacen falta ayudas arbitrales, pero si coincide que encima un trencilla como Mateu Lahoz decide dejar al contrario con diez, tal y como sucedió en la visita de los culés al estadio bilbaino, pues la empresa se pone mucho más cuesta arriba. La expulsión de Amorebieta puso alfombra roja al triunfo del Barça y dejó sin opciones a la sorpresa para los anfitriones, a los que no se les pudo reprochar su esfuerzo e intensidad, pese a contar con uno menos la mitad del envite.

Peor imagen, en Valencia

Más reproches se pueden achacar al once que saltó a Mestalla este pasado sábado para sucumbir en la primera parte ante un líder que desarboló a los leones, quienes pudieron encajar algo más que el gol con el que se fueron en contra al descanso. La entrada de savia nueva por banda y en ataque mejoró la imagen vizcaina, pero no alteró la que parecía una derrota cantada.

En cualquier caso, no faltó autocrítica al respecto -«los primeros 35 minutos fueron un ejemplo de cómo no tenemos que salir a un campo», admitió Gurpegi- y propósito de enmienda, al asegurar el navarro que «esto ha pasado una vez y no debe volver a repetirse».