RALLYS
Un prometedor gimnasta reconvertido a heptacampeón mundial de rallys
Los que le conocen dicen de él que es una persona humilde y que siempre está disponible para la prensa y los aficionados. Y eso que tiene de qué presumir. Sebastien Loeb posee el récord de títulos mundiales, tres más que el mítico finés Tommy Mäkinen, que le sucede con cuatro.
Imanol CARRILLO
Tal vez no sea el deportista más mediático. Pero, si precisamente hace un año medio mundo hablaba de él tras su sexto entorchado en el Mundial de rallys, esta vez el planeta entero se rendido ante el piloto francés Sebastien Loeb (Haguenau, Alsacia, 26 de febrero de 1974) después de que el pasado domingo se alzase en su pueblo natal con su séptimo campeonato.
En este deporte del motor pocos son los elegidos que presumen de poder contar en sus vitrinas con siete títulos y nada más y nada menos que 60 victorias a lo largo de su carrera deportiva. Logros que han sido cosechados de manera consecutiva, desde 2004 hasta el día de hoy.
Muchos lo comparan con el alemán Michael Schumacher, siete veces campeón de Fórmula Uno. Aunque las diferencias de carácter que separan a ambos son grandes. Mientras que el Káiser es considerado como un personaje frío, calculador e inaccesible, el piloto galo de 36 años se muestra amable y de una disponibilidad infinita ante prensa y aficionados.
Trabajo como electricista
¿Quién le iba a decir que iba a llegar a ser uno de los deportistas más laureados de la historia cuando de joven comenzó a despuntar en la gimnasia artística, siendo su padre el entrenador? Y ya apuntaba maneras, no en vano fue cuatro veces campeón de Alsacia.
Pero, al parecer, no estaba hecho para competir entre cuatro paredes. Comenzó a trabajar como electricista y con sus primeros sueldos se compró un Renault GT Turbo Super5. Cambió la plasticidad por la velocidad, hasta el punto de que su carnet de conducir pasaba más tiempo en las comisarías que en sus manos.
Corrió sus primeras carreras en 1995, cuando participó en el Rallye Jeunes. En el año 2000 conquistó el Campeonato de Francia de Rally Tierra y Citroen le ofreció un Xsara Kit Car para disputar el Rally del Var, que ganó. Un año más tarde le llegaría la oportunidad de estrenarse en el Mundial. Fue en San Remo. Esa misma temporada, se proclamó ganador del Campeonato del Mundo Junior y del Campeonato de Francia.
Tuvo que esperar hasta 2003 para completar por primera vez la campaña en un Mundial que se adjudicó el noruego Petter Solberg. El francés obtuvo el mérito de finalizar por delante de sus dos reconocidos compañeros de equipo, Carlos Sáinz y el difunto Colin McRae. Fue ya en 2004 cuando comenzó a forjar su leyenda, al conquistar el título después de adjudicarse seis de las pruebas del calendario. Este hecho le convirtió en el segundo piloto galo en ganar un Mundial, después de que Didier Auriol lo hiciera en 1994.
A partir de ese momento, con la ayuda de su fiel escudero el copiloto Daniel Elena -que supervisa minuciosamente los horarios de los controles obligatorios- y a las máquinas perfectas (Citroen Xsara y Citroen C4), el alsaciano se convirtió en el número uno de este deporte.
Un piloto polivalente
Sebastien Loeb había levantado muchísima expectación el pasado fin de semana en su pueblo natal, ya que se podía proclamar campeón del mundo de nuevo. Se compara este entusiasmo con el que se vivió con la llegada de Paul Newman a las 24 Horas de Le mans en 1979. Tan grande era la masa de aficionados que le rodeaba, que el actor estadounidense sólo se sintió tranquilo detrás del volante. Loeb tampoco ha tenido mucho respiro durante los tres días que ha durado el Rally de Francia, aunque en ningún momento ha mostrado la mínima señal de irritación.
Pero no sólo del rally ha vivido Loeb. En 2005 y 2006 participó en las 24 Horas de Le Mans, donde logró terminar en un excelente segundo puesto. También ha hecho sus pinitos a bordo de un Fórmula Uno, sobre una bicicleta o en pruebas de minimotos.
El pasado mes de setiembre aseguró que se retirará a finales de 2011. Una vez superados todos los records, será una buena oportunidad para dedicar más tiempo a su esposa Séverine Mény y a su hija Valentine, que pronto cumplirá 3 años.