Sorprende que en el origen de este melodrama romántico esté el guionista puertorriqueño José Rivera, autor de «Diarios de motocicleta». A él, a priori, le pareció interesante hacer una ficción sobre la tradición veronesa de dejar cartas de amor en la que dicen que fue la casa de la verdadera Julieta Capuleto, pero el guión inicial fue pasando por distintas manos hasta convertirse en otra cosa, porque así funcionan las producciones de Hollywood. La productora Summit, la de la saga «Crepúsculo», le ha dado su toque comercial y juvenil, conectando al amor inmortalizado por Shakespeare con el descubrimiento de ese sentimiento que no conoce edad por parte de una joven neoyorquina.

La chica visitará Verona en viaje de novios, pero su prometido resulta estar más interesado por la gastronomía del lugar. Yendo por libre descubrirá la casa de Julieta Capuleto, junto con el jardín donde mujeres de todo el mundo depositan cartas de amor, que son contestadas por un grupo que se autodenomina «Las secretarias de Julieta». Se une a las voluntarias y descubre oculta en un hueco del muro una misiva de amor escrita en 1957, por lo que se propone descubrir a la autora y al destinatario de la misma. Y es así como entra en escena la veterana pareja formada por Vanessa Redgrave y Franco Nero, que no habrían actuado juntos desde que se conocieron durante el rodaje del clásico «Camelot».

«Cartas a Julieta» no pasa de ser un recorrido turístico por lugares conocidos, sin que el relato romántico guarde sorpresa alguna. El público sabe muy bien que la protagnista dará con los viejos amantes y los volverá a unir, haciendo las veces de Cupido o de presentadora de esos programas televisivos sobre reencuentros.

El mayor aliciente de la función es, sin duda, la presencia como artistas invitados de Vanessa Redgrave y Franco Nero. Ellos hacen palidecer a la estelar Amanda Seyfried, o a su compañero de reparto Gael García Bernal, ya que al mexicano se le ve tan perdido en este producto de Hollywood como a Bardem en «Come reza ama».