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Un año de la detención de líderes independentistas

Madrid ordenó la detención de Otegi cuando vio que sus ideas triunfaban

El miércoles se cumplirá un año de la detención de nueve dirigentes independentistas de los que cuatro, entre ellos Arnaldo Otegi, siguen todavía en prisión. Madrid decidió dar aquel golpe cuando comprobó que lo que inicialmente pensaba que podía acabar en una escisión de la izquierda abertzale llevaba camino de convertirse en una nueva estrategia apoyada de forma decidida por las bases. Así se ve en el análisis de las filtraciones que precedieron a la operación.

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Iñaki IRIONDO | GASTEIZ

El 13 de octubre del pasado año, el Gobierno español lanzó una vasta operación policial contra dirigentes de la izquierda abertzale que se saldó con la detención de nueve personas, cinco de ellas en la sede nacional de LAB. En los locales del sindicato apresaron a Arnaldo Otegi, Rufi Etxeberria, Rafa Díez, Arkaitz Rodríguez y Sonia Jacinto. En otros puntos de Euskal Herria arrestaron a Miren Zabaleta, Txelui Moreno, Mañel Serra y Amaia Esnal. Otegi, Díez, Rodríguez, Jacinto y Zabaleta fueron encarcelados bajo la acusación de «integración en banda armada» y de crear Bateragune para sustituir a la ilegalizada Batasuna. El resto de dirigentes detenidos quedaron en libertad, al igual que una décima arrestada, Ainara Oiz, a la que apresaron «portando documentos y efectos extraídos del domicilio» de Miren Zabaleta.

El conjunto de fuerzas políticas situadas al margen del Pacto Antiterrorista entendieron aquella redada como una decisión política destinada a frenar la iniciativa que se venía gestando en el seno de la izquierda abertzale y que meses después cristalizó en la resolución «Zutik Euskal Herria».

Un análisis de filtraciones periodísticas publicadas en los meses anteriores en medios muy bien relacionados con el Ministerio de Interior, viene a demostrar que Madrid creyó que el cambio estratégico que lideraba Arnaldo Otegi podía provocar una escisión en la izquierda abertzale que pudiera partirla por la mitad. Fue cuando comprobó que no sólo no iba a darse dicha fractura, sino que la nueva estrategia era mayoritariamente apoyada por las bases, cuando decidió dar un golpe policial para tratar de evitar lo que ya se adivinaba como un movimiento de calado.

Puede decirse que la operación del Ministerio de Interior arranca dos años antes, en octubre de 2007, con la detención en Segura de la mayor parte de la Mesa Nacional, lo que deja a la izquierda abertzale en una situación difícil al perder a la mayoría de su dirección. Con ese golpe y tras el fracaso del proceso negociador, la hoja de ruta que Madrid pretendía dibujarle al independentismo era la del desestimiento y la introducción en una larga fase de confrontación.

Arnaldo Otegi, «disidente»

El Gobierno español da por hecho que la izquierda abertzale no tiene otro remedio que moverse «en la radicalidad y la clandestinidad» y además ha llegado a la conclusión de que dirigentes como Arnaldo Otegi han tirado la toalla y no piensan volver a la primera línea de la política. Un análisis erróneo en el que parecen abundar cuando Otegi sale de prisión en 2008 pero en lugar de dar ruedas de prensa se dedica, según explicó él mismo, a «hablar con mucha gente y, sobre todo, a escuchar».

La entrevista que GARA publica con Arnaldo Otegi el 30 de noviembre de 2008 (portada y cuatro páginas) y su intervención en el foro del Kursaal, en enero de 2009, con la presencia de las periodistas Carmen Lira y Giuliana Sgrena descolocan a los «analistas» y «expertos».

Apoyo interno

El debate nuclear en la dirección de la izquierda abertzale se produce en verano de 2009 y en agosto ya hay un documento que se parece mucho al que después, en octubre, se traslada a las bases para su discusión.

Es tras conocer que las tesis de lo que hoy es «Zutik Euskal Herria» habían ganado terreno en el conjunto de la izquierda abertzale y palpar que iban a ser mayoritariamente aprobadas, cuando el Gobierno español decide dar un golpe policial para descabezar a quienes estaban dirigiendo el cambio estratégico del independentismo. Un año después de aquel golpe, es evidente que no consiguieron su propósito.

cuatro encarcelados

De los nueve dirigentes independentistas detenidos el 13 de octubre del pasado año, cuatro continúan todavía en prisión. Se trata de Sonia Jacinto, Miren Zabaleta y Arkaitz y Arnaldo Otegi. Rafa Díez fue puesto en libertad con numerosas restricciones.

Juicio por el acto de Anoeta de noviembre de 2004

El acto de Anoeta del 14 de noviembre de 2004 se considera un hito en el proceso negociador que se abrió después y fue saludado como un buen paso incluso por el PSOE. Sin embargo, la Audiencia Nacional considera que allí se produjo «enaltecimiento del terrorismo» y por eso ha fijado para el próximo 12 de noviembre un juicio contra Arnaldo Otegi, Joseba Permach y Joseba Álvarez.

Con este motivo, Arnaldo Otegi está siendo trasladado de la prisión de Logroño a una de Madrid. Según informa la página web www.arnaldotegi.com, el traslado se inició el viernes y estaba previsto que llegará hoy a Madrid en un viaje de tres días.

GARA

Semanas antes de la redada el Gobierno ya estaba incómodo

El 16 de marzo de 2009 se produjo un hecho reseñable en este proceso tanto por el contenido como por el continente. La izquierda abertzale ofreció una rueda de prensa en un hotel donostiarra en el que invitó a todos los independentistas a sumar fuerzas para la consecución de una estrategia eficaz. Pero el acto, además de ser importante por lo dicho, también lo fue por quién lo dijo. Frente a los que mantenían el discurso de la división, allí se vio una representación plural del conjunto de la izquierda abertzale, con militantes de distinta procedencia organizativa y también de muy diferentes generaciones.

En el mes de agosto ya había un documento de trabajo muy similar al que se distribuyó entre las bases en octubre, después ya de la redada en la que detuvieron a los dirigentes que habían trabajado en la adecuación de la estrategia independentista y que luego dio lugar a la resolución «Zutik Euskal Herria».

La existencia de ese documento de agosto no era desconocida para el Gobierno español, puesto que a mediados de setiembre ya comenzaron a aparecer referencias al mismo en algunos medios. Aunque sin menciones literales, sí que se recogían con cierta fidelidad los ejes de la propuesta y la participación en el proceso del abogado sudafricano Brian Currin.

En una de esas informaciones se apuntaba ya que «el Gobierno ve con preocupación la iniciativa», y que su respuesta había sido la de tratar de desacreditarla, en público y en privado, presentándola como una maniobra para tratar de estar presente en las elecciones.

Paralelamente, el ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, mantuvo a partir de agosto reuniones con dirigentes de PNV, Aralar y NaBai para tratar de establecer una especie de «cordón sanitario» en torno a la izquierda abertzale, de forma que estas formaciones vascas le hicieran el vacío desoyendo sus llamamientos y anuncios.

Tras la operación policial del 13 de octubre, un medio muy cercano al ministro reconoció que los movimientos de Arnaldo Otegi «incomodaban» a Interior porque rompían su estrategia. I.I.

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