La familia Ávalos pasó en segundos de la alegría inmensa a una difícilmente contenida rabia cuando el rescate de su hijo Florencio, el primero de los 33 mineros en ser sacado a la superficie, derivó en un combate pugilístico mediático.

Apenas el padre, la madre y otros familiares atisbaron a verlo otra vez vivo y abrazando a su mujer y a su hijo de siete años, se vieron devorados por una marea de cientos de periodistas que se abrían paso a codazos. «¡Calma, calma!» gritó Alberto, tío de Florencio. De nada sirvió. La madre del minero, María Silva, increpó a los periodistas y respondió a varios de ellos pegándoles con el palo de la bandera chilena que portaba. Su marido, Alfonso, tuvo que desistir y se fue a la cantina cercana acompañado de dos hijos ante la actitud pasiva de los gendarmes, mientras la turba de periodistas llegaba a destrozar una tienda de campaña que les dificultaba el paso.

Más de 2.000 periodistas venidos de todo el mundo cubrían el rescate, convertido en un gran espectáculo mediático.

Casi todo el mundo pudo ver el rescate de Florencio Ávalos. Casi todo el mundo menos su padre, que tras un nuevo intento por acercarse al lugar tuvo que volver a la cantina.

Mientras tanto, la operación de rescate fue seguida minuto a minuto por millones de telespectadores en todo el mundo.

El rescate abría las ediciones de la prensa estadounidense. Todo apunta a que los diarios «The New York Times» y «The Washington Post» retrasaron una hora sus ediciones para poder publicar las imágenes del primer rescatado.

Las operaciones de rescate fueron seguidas en horario continuo por CNN International, BBC World y Sky News en Gran Bretaña, por iTele y BFM en el Estado francés, por Euronews en Europa y por las principales cadenas japonesas.

Desde Washington, el presidente Barack Obama se mostró cautivado por el feliz desenlace del rescate.

En Latinoamérica, el rescate dominó totalmente los informativos de las radios y televisiones y de Internet.

La agencia de prensa y la televisión pública china seguían el desenlace in situ mientras los portales informativos digitales Sohu y Sina difundían especiales con todos los detalles de la operación.

Similar seguimiento se registró en el sudeste asiático, desde Singapur a Corea del Sur, pasando por Tailandia y Vietnam.

En Australia, el rescate fue seguido por radio y televisión y se lo comparaba con «la gran evasión» de 2006, cuando un grupo de mineros fue rescatado tras haber pasado dos semanas bajo tierra en un episodio que tuvo en vilo a medio país.

La cadena qatarí Al-Jazeera tenía un corresponsal en San José de Copiapó y ofrecía conexiones en directo para el mundo árabe.

Sobre el terreno, la afluencia de periodistas era tal que las cartas de acreditación se escribían a mano.

Ganadores

Toda campaña mediática, y más en un caso tan cargado de emotividad como éste, tiene un beneficiario. Y ese, sin obviar en ningún caso a los mineros, que vuelven a la vida, es el presidente chileno, Sebastián Piñera.

Piñera, quien se convirtió en el primer líder derechista en llegar al poder desde el final de la era de Pinochet, ha sido consciente desde el primer momento en que este caso es un verdadero filón para su polémica popularidad. Y durante toda la jornada de ayer se encargó de estar en primera línea recibiendo a los mineros nada más eran sacados a la superficie.

El Gobierno chileno ha sabido, de momento, eludir las razones del drama con el humo mediático. ¿Hasta cuándo?