
Txisko Fern�ndez Periodista
Identidades sepultadas
Los 33 mineros chilenos que han vuelto entre los vivos tienen un merecido hueco en la historia que forjan, d�a a d�a, millones de personas obligadas a trabajar en condiciones de seguridad precarias para satisfacer el ansia de beneficios de una reducida �lite de cong�neres. Desde Florencio �valos a Luis Urz�a, los nombres de estos mineros ya son conocidos en la mitad del planeta; en la otra mitad no hay tiempo para estar pendientes de las c�maras de televisi�n, hay que seguir trabajando. Pero, �cu�ntos conocemos a d�a de hoy el nombre de los propietarios de la Compa��a Minera San Esteban? El nombre del presidente de la empresa que explota la mina San Jos� es Marcelo Kemeny.
Tampoco se ha visto muy reflejado en los medios durante estas �ltimas semanas el nombre de otro minero ligado para la eternidad a la mina San Jos�, el de Pedro Gonz�lez, que all� muri� sepultado el 4 de marzo de 2004. Entonces no acudieron de todo el mundo a grabar la tragedia, las l�grimas de sus familiares y compa�eros; ni siquiera el cierre temporal de la explotaci�n tuvo repercusi�n internacional.
No es cuesti�n de repasar aqu� todos los accidentes mortales que se producen cada a�o en el sector minero en todo el planeta. Pero conviene hacer hincapi� en que es muy distinta la emoci�n que produce un n�mero que la que provoca un nombre, hasta el extremo de que las fr�as cifras pueden llegar a sepultar la identidad intrasferible de cada persona.
En Euskal Herria, m�s de ochenta personas fallecieron el pasado a�o mientras trabajaban, cumpliendo tristemente la media que suma un millar de casos en el �ltimo decenio. Esa media queda reflejada semana tras semana en las p�ginas de GARA, en las que, siempre que nos es posible, se saca a la luz la identidad de la persona y las circunstancias que acabaron con su vida. El �pen�ltimo� ha sido el arrantzale Adama Sano, que el mi�rcoles fue sepultado por las olas frente a Pasaia.
Un saludo para los 33 supervivientes, desde �valos hasta Urz�a, y tambi�n para Gonz�lez, Sano... Desde el primero hasta el �ltimo, no dejemos de nombrarlos.