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Raimundo Fitero

Sostenibilidad

Se suman canales a nuestro receptor TDT, bajan los índices de audiencias de cada uno de ellos, sube el general, y de nuevo aparecen las dudas razonables sobre la línea roja donde se debe colocar la sostenibilidad de una cadena, de un programa. De nuevo hay que realizar una primera criba: lo que es televisión institucional, pública, y la privada. Y entre ellas también hay subdivisiones que sería muy prolijo analizar, pero sin entrar en pormenores, la sensación que está dando los resultados de audiencia de La 2 no es, precisamente, optimista.

Cuando en esta cadena, a la que tanto amamos, no siempre por su actual programación, sino por su recuerdo y por la esperanza de que vuelva a ser ese lugar, entonces catódico, donde acudía una inmensa minoría, cultural, social y hasta políticamente más activa, y no una suerte de almacén de variedades con cierta reminiscencia de culturillas en la que parece quieren convertir, aparecen tramos largos que ocupan varias horas del día en la que no se supera el uno por ciento de audiencia, nos entra un sudor frío, porque hay que argumentar mucho para reclamar su continuidad ya que se coloca en el abismo de la sostenibilidad, tanto en el territorio de la objetividad económica, como en la subjetividad de su necesaria presencia y de una supuesta calidad.

Confieso que hay días en los que vivo muchos ratos en La 2, y acabo renunciando, porque siempre están dando gato por liebre, porque no tienen pudor en colocar programas obsoletos, viejos, caducados, o de mostrarnos propuestas bastante insostenibles, como fue un programa que pillé hace unos días que se llama «Chic» y era una muestra de lo que podríamos llamar una simulación de modernidad cutre. Escribo con cierto dolor, porque lo que dicen los responsables actuales es que quieren convertir La 2 en un canal cultural, y claro, acabarán dando corridas de toros, desfiles de moda y reportajes publicitarios de Ferrán Adriá y sus negocios, que serán, probablemente cultura, pero que cuesta mucho argumentar su valor actual. Hay que defender a La 2, pero cada día nos lo ponen más difícil. Los rumores sobre su privatización corroen cualquier esperanza.

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