Bush rompe su silencio y defiende sus «bondades» como presidente
George W. Bush, quien ha guardado silencio desde que dejó la Casa Blanca, vuelve a escena con la publicación de sus memorias y una serie de entrevistas en las que se presenta como un «moderado» tanto frente a Israel como en el seno de su Administración aunque defiende los hitos de su presidencia. Su regreso coincide con la derrota demócrata en los comicios y revela un intento de restaurar la deteriorada imagen pública del último presidente republicano.
GARA
Que alguien -más un ex presidente de la primera potencia mundial- publique unas memorias como autocrítica resulta tan extraño como habitual es que un líder político defienda, una vez abandonadas las responsabilidades, posiciones que nunca postuló mientras estaba en el cargo.
Ambas premisas las cumple a rajatabla George W. Bush en sus memorias, que vieron la luz ayer, y en la entrevistas complementarias que está concediendo a varios medios de comunicación con motivo de su regreso tras casi dos años de ausencia y silencio casi total.
Las memorias, con el título de «Decisions Points» (Instantes Decisivos), salen a la luz una semana después de la victoria de los republicanos en las elecciones legislativas de medio mandato. El momento elegido tiene cierto aire de revancha para un ex presidente que batió todos los records de impopularidad cuando dejó el cargo, a finales del año 2008.
Su publicación coincide con una campaña en los medios de comunicación que se inició con una entrevista concedida por Bush a la cadena NBC, la primera que concede después de que entregara las llaves de la Casa Blanca a Barack Obama a comienzos de 2009.
En ella, Bush asegura que era una «voz disidente» en el seno de su Administración al haberse opuesto a la invasión de Irak. «Yo no quería usar la fuerza (...) Quería dar una oportunidad a la diplomacia».
Según un extracto del libro publicado por la prensa, Bush asegura que se sintió «enfermo» cuando se confirmó que en Irak no había armas de destrucción masiva.
También asume como un «error» propio de la «excitación del momento» su discurso en el portaaviones USS Abraham Lincoln, en el que dio por terminada oficialmente, con un «Misión cumplida», la guerra de Irak.
Pese a todo ello, y en la entrevista a la NBC, se niega a disculparse ante el pueblo estadounidense por la invasión de Irak. «Pedir perdón implica, básicamente, que fue una decisión errónea y yo no creo que lo fuera. El mundo está mejor sin Saddam Hussein en el poder», señala, repitiendo la cantinela que sirvió para justificar, a posteriori, la destrucción del país árabe.
Sin salir de este ámbito, Bush asegura que se negó a dar su aval a Israel para que bombardeara unas instalaciones en Siria bajo sospecha de que albergaban un reactor nuclear.
El hecho es que Israel terminó bombardeándolas en setiembre de 2007 y Washington no dijo nada ni entonces ni ahora.
Similar esquizofrenia delata Bush en el tema de las torturas. Asegura que se le «revolvió el estómago» cuando vio las imágenes de la prisión iraquí de Abu Ghraib y justifica a la vez la tortura de la bañera porque «sirvió para salvar vidas»
Bush asegura que el peor momento de su presidencia fue cuando recibió críticas de racismo tras el paso del huracán Katrina por Nueva Orleans. «Es algo que me indignó y que me sigue indignando porque no es verdad».
El ministro alemán de Defensa, Karl Theodor zu Guttenberg, defendió la posibilidad de efectuar acciones militares para defender intereses económicos, sumándose así a la tesis que terminó llevando a la dimisión al ex presidente de Alemania Horst Köhler.
Con motivo de la apertura de la Conferencia Internacional de Seguridad de Berlín, Guttenberg dijo que «en determinados círculos sigue viéndose como indebido establecer relaciones entre política económica y política de defensa» y defendió expresamente la posición de Köhler, que le convirtió en blanco de duras críticas. «Me sigo preguntando qué era lo que en sus declaraciones podía generar tanto escándalo», señaló. .
Köhler dijo en mayo pasado en una entrevista radiofónica concedida en un avión cuando regresaba de Afganistán que «en caso extremo la acción militar puede ser también necesaria para defender nuestros intereses, por ejemplo para asegurar rutas de comercio». La vinculación entre seguridad e intereses económicos parece algo «obvio» para Guttenberg.
En eso coincide con los alemanes contrarios a las guerras de invasión, que insisten en que tras supuestas razones políticas o humanitarias suele haber intereses económicos ocultos y acusan al Ejército de apoyar guerras como la de Irak por petróleo más barato. GARA