CRíTICA teatro
Reconciliación
Carlos GIL
Dentro de los actos de la XVIII Muestra de Teatro Español de Autores Contemporáneos de Alicante, Ignacio Amestoy recibió un homenaje por toda su amplia trayectoria como dramaturgo, gestor, periodista y se pudo ver una de sus últimas obras estrenadas, “La última cena”, que, como viene siendo habitual en sus propuestas, se acerca a su Euskal Herria natal, y a la violencia política. En esta ocasión, con una buena resolución filosófica, ya que no enfrenta solamente dos posturas antagónicas en términos políticos estrictos, sino que es a través de una relación paterno filial en donde se desmenuza el desgarro, el enfrentamiento de utopías perdidas, del asentamiento del discurso más profundo, en el que no solamente es el supraobjetivo lo que lleva a la acción, sino esos microobjetivos que van consolidando una actitud de lucha o de renuncia a la misma, incluso donde se incuba el conformismo o la rebeldía.
Aunque parte de un situación un tanto forzada –la llegada de un militante vasco herido por un diagnóstico de cáncer en fase terminal a la casa del padre para morir en ella–, el planeamiento textual, la composición de los dos personajes –un padre intelectual, se supone que de una izquierda centrada, autor de teatro, que no ha visto a su hijo hace décadas– se sustancia en unos diálogos que van dejando la ocurrencia primera en anecdótica hasta llegar a un enfrentamiento casi místico, con la muerte como campana de reverberación de todas las ideas, en busca de la comprensión del otro, de la reconciliación. En este sentido, la obra alcanza momentos de gran altura, consiguiendo elevar el nivel de la discusión fuera de lo obvio, con gran brillantez expositiva y un uso de un lenguaje fresco y teatral, pero preñado de contenidos.
La puesta en escena es sobria, sencilla, donde se asienta un clima misterioso, y una especie de elección de disfunción entre ambos personajes, con una clave interpretativa muy naturalista en el padre, muy asentada, reflexiva, profunda y un juego extraño de entonaciones y prosodia en el hijo que a veces nos descoloca. Existe química entre ambos, existe drama, pelea escénica, y ese abrazo final, esa reconciliación se convierte, en estos momentos históricos, en una suerte de imagen del deseo que parece se puede hacer realidad en breve.