Maite SOROA | msoroa@gara.net
«El País» niega la mayor
Ayer seguía el temporal desatado por Felipe González y sus edecanes de la prensa se sintieron en la necesidad de echarle un capote.
El primero y más decidido fue -como correspondía- «El País», el mismo medio que reprodujo las palabras del ex presidente. Según el editorialista, se está haciendo «una interpretación de las palabras de González que falsea lo que realmente dijo: en ningún momento se reconoció ni implícita ni explícitamente en la entrevista como responsable último de la guerra sucia, según sostienen los dirigentes populares de manera interesada, sino precisamente como quien trató de evitar que se llevara a cabo». Este piensa que nos chupamos el dedo.
Y, en plan farruco, trata de devolver la pelota al PP: «Si tan seguro está el PP de que las declaraciones del ex presidente González equivalen a una confesión, debería acudir a los tribunales y no promover escándalos farisaicos ante cámaras y micrófonos». Me parece una buena idea.
El reverso de la moneda lo ofrecía, en «La Razón», Ildefonso Ussia que criticaba a González, no por lo que hizo sino por lo que no hizo. No se lo pierdan: «Tuvo la oportunidad de la grandeza y la perdió. Le dio una soberana lección de valentía una mujer, Margaret Thatcher, cuando un comando especial acribilló a tres terroristas del IRA en Gibraltar. No sólo reconoció que había dado la orden de disparar. Se atribuyó la acción. «Yo he disparado». Los terroristas al hoyo y el vivo al bollo. El IRA estaba en guerra con Inglaterra e Inglaterra con el IRA. Contundencia a las claras». Y después de justificar la guerra sucia, enaltece a sus autores: «Estoy de acuerdo con Felipe González cuando habla de la honradez personal de José Barrionuevo. Y cuando reconoce su admiración por el general Galindo». Seguro que a éste no le aplican la ley de víctimas.
En plan guay, pone otro ejemplo: «Lo reconoció el ministro francés del Interior, Michel Poniatowsky, ante Don Juan de Borbón. Los terroristas de Iparretarrak que aparecían ahogados en las playas de Biarritz y Arcangues: `Lo terrible, hay que hacerlo bien'. Quebrar el Estado de Derecho desde el poder es práctica terrible. Y hacer mal lo terrible es ridículo». Terrible es leer a este pájaro.