CRíTICA cine

«Caza al espía»

Koldo LANDALUZE

Recientemente, a Paul Greengrass se le achacó de que “Green Zone” era un proyecto que había llegado a la cartelera demasiado tarde. Su visión de la manipuladora operación militar, financiera y política ejecutada por los Estados Unidos en Irak no aportaba nada nuevo a lo que de sobra era sabido por la opinión pública y únicamente el vigor que el autor de “Domingo sangriento” demuestra a la hora de orquestar y montar las escenas de acción, lograron que la película no naufragara. A Doug Liman le ha pasado lo mismo con este nuevo acercamiento a la trastienda manipuladora de los servicios secretos norteamericanos pero, al contrario de Greengrass, Liman no consigue, ni siquiera en su vertiente más espectacular, dotar de interés a un proyecto que vuelve a incidir en las mismas verdades silenciadas que legó la cruzada orquestada por Bush y compañía contra el régimen de Hussein. Curiosamente, tanto Liman como Greengrass lograron una de las trilogías más referenciales del thriller de acción moderno pero lo que en la saga protagonizada por el amnésico Jason Bourne se transformaba en un puro y gozoso frenesí de tensión y brío, en “Caza al espía” se convierte en un lastre; un recurso técnico que no respalda las interpretaciones de una Naomi Watts y un Sean Penn que, pese a sus esfuerzos, no logran eludir el escollo insalvable de una narración que tiende a fijarse en aquellos clásicos setenteros como “Todos los hombres del presidente”. Inspirada en las vivencias reales de una pareja de agentes de la CIA señalados por el gobierno de Bush Jr. tras el polémico artículo que él escribió acerca de la manipulación-pretexto que el gabinete presidencial orquestó contra la Agencia Central de Inteligencia y que tenía como objetivo lograr el consenso que requería la invención de que Sadam Hussein ocultaba armas de destrucción masiva, “Caza al espía” se ha de conformar con ser un correcto thriller político dotado de cierto empaque dramático pero que peca en exceso de ampulosidad.