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Un cuarto de siglo enseñando teatro en un cine... y todavía de alquiler

La Escuela Navarra de Teatro comenzó a enseñar arte dramático hace 25 años en un viejo cine alquilado. Su futuro y su financiación se dejaron en el aire, para que echara a andar cuanto antes. Cada curso, esta peculiar escuela ha dado a luz una nueva hornada de actores y por allá han pasado la gran mayoría de intérpretes navarros. Sin embargo, la Escuela sigue sin poder becar a sus alumnos, sigue sin tener su financiación asegurada y sigue pagando el alquiler.

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Aritz INTXUSTA

El palco del viejo cine de la calle San Agustín hoy es un aula y la sala de proyecciones, un escenario con esencia y carácter propio. Todo ha cambiando en 25 años. La Escuela Navarra de Teatro (ENT) nació en 1986, un momento político que propició un resurgimiento de todas las artes. Según María Sagüés, hoy profesora de la escuela, «sobraba un dinerillo en Príncipe de Viana y la consejería de Cultura nos reunió a todos los grupos de teatro para tratar de hacer algo con él». Lo cierto es que la Diputación arrinconó el Teatro hasta el final. Pero, una vez que Nafarroa tuvo Conservatorio, Escuela de Artes y Oficios y Escuela de Danza, llegó el turno de montar también un centro de estudios de teatro.

La escuela arrancó en precario (con unos diez millones de pesetas) y se gestionó a través de una coordinadora, que se extinguió al poco para renacer como el colectivo que dirige hoy la escuela. La continuidad del proyecto se observa en personas como María Sagüés, presente en la coordinadora inicial y profesora de ese primer curso. Entonces ella tenía 20 años y sus alumnos eran mayores. Sagüés ejerció después como directora y, actualmente, continúa dando clases de Interpretación. «Esto ha ido a muchísimo más. Es una escuela pequeña, pero muy completa, con poquitos alumnos, lo que nos permite estar muy encima», afirma.

Este aire de cercanía e interrelación entre profesorado, alumnos y aficionados es un rasgo medular en la actividad diaria de la ENT, que resulta frenética. Por la mañana, se imparten la enseñanza oficial, un programa de estudios que dura tres años en el que se trabajan asignaturas enmarcadas en cuatro ramas: interpretación, expresión corporal, área vocal y teoría. Por la tarde, llega el turno de los aficionados: talleres de iniciación, etc. Actualmente, unos 13 grupos participan en estos cursos de las tardes, con unas veinte personas en cada uno. En algunos de ellos hay niños de cuatro años.

El trajín de actores y la trayectoria acumulada a lo largo de estos años, han convertido al viejo cine «Novedades» de la calle San Agustín en el centro neurálgico de los amantes del teatro en Nafarroa. Si bien el Gayarre cumple su función como sala de raigambre de Iruñea, acogiendo las grandes funciones, son los alumnos de la escuela quienes enseñan los entresijos del Gayarre cuando la fundación abre al público sus bambalinas. Por su parte, la ENT juega más al intimismo con su sala de 300 butacas y con otra, diminuta, donde sólo caben 100 espectadores. «Traemos obras de formato pequeño, esta es una sala para el teatro alternativo», explica Fuensanta Onrubia, subdirectora académica de la ENT. «No sé si describir las propuestas que se hacen en nuestra sala como teatro de vanguardia o de resistencia», asegura. La sala huye de lo comercial y sus criterios para seleccionar las obras son: textos originales, compañías con una concepción propia del teatro y apoyo a los grupos navarros.

El escenario de la ENT se abre a lo largo del año para acoger varios festivales. El más popular es el de otoño, el Festa, cuando el equipo técnico de la Escuela elige las obras que más le llaman la atención del panorama nacional e internacional. También tiene muy buena aceptación el café teatro de Golfos (enero-febrero) y la programación en euskara del Antzerki Aroa. Por otra parte, los alumnos que estudian teatro se suben a ese escenario en Navidad, para representar obras infantales, y en primavera, cuando sale a la luz el trabajo de los alumnos del último curso.

Una de las principales preocupaciones de los responsables de la escuela es qué va a ser de sus alumnos cuando finalicen los estudios. Por ello, han desnudado de asignaturas el último curso, que se dedica en exclusiva a talleres donde los alumnos preparan una obra nueva que defenderán sobre las tablas en primavera. Ante la cerrazón del ministerio de Cultura de homologar los estudios que se imparten en la escuela navarra (hasta hace pocos años sólo existían escuelas oficiales en Madrid y Barcelona, y la solicitud de la ENT se denegó por ser una comunidad «demasiado pequeña») los profesores «regalan» a sus alumnos esta obra final, con la idea de que se convierta en el primer paso para formar una compañía.

Ningún director de cine o teatro pide un título oficial para dar un papel, pide que el actor transmita el personaje. Sin embargo, el hecho de que las clases en la ENT no estén regladas, impide que los alumnos reciban ayudas para cursar sus estudios. Aun así, y a pesar de que en total trabajan en la escuela más de cuarenta docentes (incluidos profesores de fuera que acuden en momentos puntuales del año), el coste del curso es de unos 600 euros.

La batalla por homologar la enseñanza impartida en la escuela como Formación Profesional sigue abierta. Diversos centros catalanes similares a la ENT presionan a Madrid para equiparar el tratamiento del Arte Dramático al del resto de artes. En este sentido, el 6 de marzo de 2008 el Parlamento de Nafarroa emplazó al Ejecutivo para que abriera un diálogo con los responsables de la Escuela Navarra de Teatro de cara a formalizar el título que emite esta academia teatral. El título en Arte Dramático sería equivalente a un grado superior, que iría en consonancia con la implantación del Bachillerato de Artes Escénicas, Música y Danza que ya se ha implantado en dos institutos navarros y cuyos alumnos no tendrán oportunidad de continuar con la rama de estudios elegida de no oficializarse las academias. En concreto, la propuesta de oficialidad que lanza la ENT pasa por convertirse en un centro privado y concertado con el Gobierno de Nafarroa.

Un futuro para los actores

Mientras continúa enquistada la oficialidad de la escuela, los pasos para estabilizar su financiación son extremadamente lentos. Durante los primeros años, los gestores de la ENT se constituyeron como asociación cultural sin ánimo de lucro para poder recibir subvenciones del Departamento de Cultura. El Gobierno tardó 18 años en incluir una partida específica para el centro educativo. Sin embargo, el año pasado volvieron a dispararse las alarmas: la subvención para la ENT fue de un solo euro. El desastre se arregló posteriormente en Madrid, a través del Ministerio de Cultura. Esta sensación de provisionalidad ya cansa a quienes llevan 25 años tirando del carro de esta Escuela. «Dependemos cada año de los presupuestos y ni siquiera el edificio es nuestro. Siempre hay que tirarse a la piscina a la hora de programar los talleres, de llegar a acuerdos con directores para que acudan a impartir un curso...», explica Sagüés. Actualmente, la escuela ha emprendido una ronda de reuniones con partidos de la que dependerá su financiación en los próximos presupuestos.

La ENT, de paso, se ha convertido en mucho más que una escuela. Más allá de que la mayoría de los profesionales del teatro de Nafarroa han pasado en un momento u otro por las aulas de la escuela, la ENT ha hecho esfuerzos por integrar y socializar el Arte Dramático. Gran parte de esta labor de fomento se lleva a cabo en colegios e institutos. «Impartimos talleres de juego dramático con los niños a través de convenios con los ayuntamientos. Además, hemos empezado a trabajar en coeducación, es decir, hacer del teatro un instrumento más del aprendizaje de cara a conseguir una formación integral. Por ejemplo, colaboramos con el departamento de Igualdad para trabajar temas como la violencia de género o la igualdad entre sexos», explica Onrubia. El acercamiento de los menores al teatro también se realiza a través de campañas escolares en euskara y castellano, cuando los estudiantes acuden al antiguo cine a presenciar las obras, y a través de concursos literarios sobre dramaturgia.

«Pensamos que no basta con formar actores, que también hay que formar un público y atraer cada vez a más gente hasta las salas teatrales, porque ésta es la única forma de que este arte efímero sobreviva», explica la subdirectora de la ENT. En este sentido, la escuela organiza ciclos de conferencias, cursos de verano y seminarios y, en particular, edita la revista divulgativa «Teatro/Antzerki».

Emi Ekai cursó sus estudios de interpretación en la ENT, después se marchó a Barcelona a especializarse en el Institut de Teatre, uno de los más prestigiosos del Estado. Ahora ha vuelto a las raíces y es la actual directora académica. «Esto ha crecido mucho desde que fui alumna. Sólo en el año pasado, pasaron por aquí 3.500 personas», afirma la directora. Ekai ha regresado porque «este continúa siendo un proyecto bonito e ilusionante. El teatro es una vocación y transmitirlo, una parte más de esta vocación».

Las butacas del viejo cine «novedades»

La Escuela Navarra de Teatro no se quiere mover. El edificio está ubicado en pleno Alde Zaharra, en la Calle San Agustín, «un enclave estratégico que favorece la actividad cultural y artística en una zona poco favorecida para estas actividades». La sala es propiedad de los cines Saide, en su tiempo fue conocido como el cine “Novedades”. Poco queda de la estructura original, pero existen problemas en cuanto a la infraestructura, que se queda algo corta. El alquiler del edificio se come buena parte del presupuesto anual con el que cuenta la ENT y, como la financiación con el Gobierno de Nafarroa se pelea cada año, los responsables nunca están seguros de contar con esas instalaciones el próximo curso.A.I.

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