Los rojiblancos, en octavos de final
Un escalón menos
Sin brillo, pero con solvencia, el Athletic ratificó su clasificación. El gol de Gabilondo allanó el camino, pero los rojiblancos no pudieron celebrar la victoria hasta que Orbaiz sentenció en el descuento.
ATHLETIC 2
ALCORCÓN 0
Amaia U. LASAGABASTER
El Athletic ya está un poquito más cerca de uno de sus principales objetivos -si no el más- de la temporada después de superar, sin brillo pero con solvencia, el primer escalón. El más sencillo, indudablemente, pero con su dosis de exigencia y cierta querencia por los batacazos.
Era consciente Joaquín Caparrós, que tanto en Santo Domingo como anoche en San Mamés, ya con la eliminatoria muy encarrilada, alineó un equipo similar a cualquiera de los que salta al césped un domingo liguero. También los jugadores, que no tuvieron reparos en mancharse las botas de barro en el encuentro de ida y que tampoco se dejaron sorprender en casa, aunque su actuación no mereciera más de lo que finalmente obtuvieron: una victoria fría como la noche, empañada por algunos apuros que, por momentos, llegaron a encrespar a la grada.
Porque el Alcorcón, como ya había advertido el técnico rojiblanco la víspera, no llegó a San Mamés de turismo. Le costó entrar en el partido y apenas creó peligro en el primer tiempo. Pero en la reanudación, precisamente cuando más complicado lo tenía, impidió que su anfitrión pudiera dar por seguro, como mínimo, el triunfo.
Nadie lo habría dicho de primeras. Con tres cambios previsibles respecto al once de El Madrigal -Susaeta, Javi Martínez y Muniain dejaron su puesto a David López, Orbaiz y Gabilondo-, el Athletic entró al partido tan enchufado como requería su técnico. O al menos tanto como para que Iraizoz viera muy de lejos el balón, que apenas salió de la parcela visitante. Ocasiones claras no hubo demasiadas, pero sí las suficientes para que, poco antes de la media hora, Igor Gabilondo rematara un buen balón de David López, anotando el gol que debía dejar sentenciada la eliminatoria. El segundo, obra de Igor Martínez tras un precioso contragolpe, lo habría hecho definitivamente, pero el linier imaginó un fuera de juego que permitió al Alcorcón mantener un hilillo de vida.
El suficiente para que los alfareros, esta vez con más convicción y también con más acierto, buscaran la remontada tras el descanso. Menos comprensible resultó que el Athletic lo permitiera. Pero lo hizo y las cámaras sí enfocaron esta vez a su guardameta: para mal -un balón que se le escapó y que provocó algunos pitidos en la grada- y, de inmediato, para bien, con una mano a remate de Rubén Sanz que evitó el empate.
Un par de sustos que, al menos, generaron cierta reacción en el equipo bilbaino. No tanto como para que recuperara el ritmo con el que había arrancado el choque, pero sí al menos para enfriar, un poquito, la ambición de su rival. También para que, ya en el descuento, Orbaiz se luciera con el gol que, esta vez sí, cerró partido y eliminatoria.