Maite SOROA | msoroa@gara.net
Las certezas y los temores
Si atendemos a lo que publican los elementos más conspicuos del españoleo en Nafarroa, habrá que concluir que, como poco, están desconcertados ante los movimientos en las filas abertzales.
Ayer Pascual Tamburri, en «El Semanal», mezclaba convicciones con severas dudas. Entre las convicciones estaba que «la cuestión parece no ser ya si ETA estará en las papeletas de mayo, sino en cuáles, cómo y con qué consecuencias». Las dudas estriban en lo que da en llamar «consecuencias» en lugar de «resultados».
Tamburri es consciente de que «Nafarroa XXI es una idea totalmente lógica: en Navarra, los votos de Batasuna han demostrado una y otra vez su fidelidad, y si no hay una sigla totalmente identificada con ellos varios miles de electores prefieren la abstención (...) Sin duda es tentadora cualquier posibilidad de que esas abstenciones se conviertan en votos, precisamente en un escenario tan complicado como el que ha creado en Navarra la proximidad entre UPN y PSOE, la ruptura de UPN con el PP y el descontento con Zapatero». O sea, que las cosas pueden cambiar de forma radical.
El columnista pasa de las dudas a las certezas: «Si NaBai crece, o si lo hace NaXXI convertida en su heredera, se abren escenarios que no prevé ninguna encuesta de las publicadas». Y ahí le vuelven a surgir las dudas: «hay un escenario aún más problemático. UPN parece razonablemente sólido, pero si algunas hipótesis o deseos se confirman puede bajar en 2011 más de lo previsto. Una UPN en baja -por resistencia del CDN, por avance del PP o por las dos cosas unidas a la mucho más probable y seria desilusión de sus votantes más fieles, a los que nadie hace mucho caso ni acá ni allá- sumada a una neoNaBai en alza podría hipotéticamente convertir al nacionalismo vasco en primera fuerza política de Navarra». Y después de pensárselo muchas veces, ya pasa de las zozobras a las angustias.
Y es que, como conclusión de las reflexiones aquí recogidas, el columnista de la derechona española en Nafarroa, se pregunta en voz alta: «si Eusko Alkartasuna y Aralar se casan con Batasuna... ¿se imaginan ustedes las consecuencias?». Pues yo sí y, la verdad, no me siento angustiada.