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Kosovo, un país casi nuevo

El país más joven de Europa lleva poco más de dos años de independencia oficial, aunque si tenemos en cuenta los diez anteriores en los que Kosovo de facto ya no era parte de Serbia, tenemos por edad a un país adolescente en toda regla, con las ventajas y problemas que eso inevitablemente conlleva.

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Pablo GONZÁLEZ

Kosovo lleva nueve años de democracia y algo más de dos años de independencia. En este tiempo, la joven nación, surgida como otras tantas de la desintegración de la antigua Yugoslavia, ha pasado de la guerra y un intento de limpieza étnica por parte de los serbios a celebrar elecciones libres.

Este camino ha sido relativamente rápido y sencillo si lo comparamos con otros casos en los Balcanes como el de Bosnia, pero no exento de problemas que a la larga pueden complicar el futuro del joven Estado.

A mediados de octubre de este año, la coalición política que gobernaba el país y autora de la proclamación de independencia en febrero del 2008 se rompía y se convocaban elecciones generales anticipadas, primero fijadas para febrero, pero ante la necesidad urgente de tener un gobierno capacitado cuanto antes se ha adelantado la fecha hasta el 12 de diciembre.

Hasta la formación de un nuevo ejecutivo, el Gobierno en funciones no tiene autoridad para tomar las decisiones necesarias para el futuro inmediato de Kosovo. Las negociaciones con Serbia, el ingreso en la UE, las relaciones con Albania o la precaria situación económica son puntos importantes que necesitan ser tratados con urgencia a riesgo de quedar en un limbo político y económico.

Negociaciones con Serbia

Las negociaciones con Serbia, auspiciadas por la UE y EEUU, se llevan posponiendo por diversos motivos, el último las elecciones en Kosovo. Se espera un acuerdo de mínimos que permita a ambas naciones empezar los tramites para su ingreso en la UE. Serbia está adelantada, ya que su candidatura tiene el visto bueno de la Comisión Europea y solo le falta un acuerdo con Pristina para entrar a formar parte de los candidatos oficiales para entrar en la Unión.

Kosovo por su parte tiene más problemas, ya que aparte de las negociaciones con Belgrado, en las que se le exigirán algunas garantías para la minoría serbia (70.000 personas de un total de aproximadamente dos millones de habitantes actuales) tendrá que sortear el veto del Estado español, Chipre, Grecia, Rumanía y Eslovaquia.

Estos miembros de la UE no reconocen la independencia de Kosovo. Grecia y Chipre por afinidad religiosa ortodoxa con el pueblo serbio -además Chipre tiene un problema similar con la República del Norte de Chipre (turca)-. Eslovaquia, Rumanía y el Estado español tienen en sus territorios problemas similares al que representa Kosovo para Serbia. Eslovaquia y Rumanía tienen una minoría húngara, mientras que el Estado español tiene en la existencia de Catalunya y Euskal Herria sus razones para oponerse a un Kosovo independiente.

Otro de los puntos claves para el desarrollo de Kosovo es definir su relación con Albania. Son numerosos los kosovares que defienden en la idea de «un pueblo, dos naciones», en referencia a su identificación con la cultura y lengua albanesas. Recientemente se han conocido los resultados de una encuesta según la cual el 62% de la población de Albania, el 81% de la de Kosovo y el 52% de los albaneses de Macedonia son favorables a la integración de todos ellos en un único país, Albania.

Problemas económicos

Quizás el mayor reto de Kosovo actual sea su economía. El paro oficial está cercano al 50% de la población, siendo especialmente alto en zonas rurales. La población es muy joven, más de la mitad tiene menos de 35 años y la media de edad de la población es de 26 años

La producción industrial es prácticamente nula. Kosovo importa el 90% de los bienes que se consumen en su territorio. La agricultura, bastante desarrollada en otra época, está en clara decadencia, ya que la mano de obra joven se va a las ciudades o directamente al extranjero en busca de trabajo, con lo cual incluso los productos agrícolas deben ser importados.

A esta situación se ha llegado a pesar de las aportaciones económicas tanto de EEUU como, sobre todo, de la UE. En total se han destinado a Kosovo unos 4.000 millones de euros. La ausencia de un plan de desarrollo por parte del Gobierno kosovar así como de las organizaciones internacionales ha hecho que estas aportaciones hayan servido para tapar agujeros, emprender algunos proyectos para mejorar las infraestructuras o perderse en la corrupción.

Kosovo es un país joven cuyo futuro como nación independiente es indiscutible, pero requiere de unas medidas que por el momento no se están tomando, lo que puede condicionar su futuro. Necesita tanto de voluntad política para resolver sus problemas como de buena gestión económica para asegurar la viabilidad financiera del país.

 

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