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La economía española va con control remoto

Iker BIZKARGUENAGA

Cayó Irlanda y los mercados, como si esto fuera un juego de mesa, se han saltado a Portugal y han ido directos a comerse la ficha española. Han olido sangre y no van a soltar la presa, por muchas ofrendas que le hagan, como las de ayer. Cada día que Elena Salgado dice que España no necesita ser rescatada, las apuestas en su contra se multiplican, y Zapatero, cuyo rostro muestra ya la lividez de un cadáver, acabará privatizando la Guardia Civil. Lo cierto es que no hace falta que el BCE y el FMI formalicen el oneroso rescate, porque la economía española ya está bajo control. Bajo control remoto.

Cuando en mayo los mercados estuvieron a punto de mandar a pique al Estado español, sus socios europeos, el FMI y hasta Obama le cantaron las cuarenta a Zapatero, que en ese instante pasó de decir que no habría recortes a pasar la tijera a sueldos, pensiones y prestaciones, aprobar la reforma laboral y anunciar la de las pensiones. Todo para reducir la deuda y el déficit y, de fondo, calmar a los mercados. Sin embargo, en el pecado lleva la penitencia, porque con tanto recorte es imposible crecer con fundamento. Y si no se crece, no se puede bajar el déficit, como el lunes le recordaron desde Bruselas.

Así que habrá quiebra, porque Zapatero no tiene crédito, pese a haber hecho todo lo que le han mandado. O quizá, por eso. Y hasta Patxi López -¿I need Spain?- vende su deuda a inversores locales para no contagiarse del descrédito español.

Y, con este panorama, ¿qué podemos hacer los vascos del sur para evitar que la quiebra española nos arrastre? Pues eso mismo que están pensando. Y ya estamos tardando.

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