Raimundo Fitero
La piel
Como es cíclico, los grupos animalistas hacen campaña en contra de las pieles de adorno, de esas ostentaciones impúdicas que hacen de pieles de animales que se sacrifican únicamente para vestir a los más pudientes. Las campañas son universales y estos días hemos visto imágenes de la campaña mexicana en la que el eslogan era, «necesitamos la piel», y eran unas docenas de jóvenes de ambos sexos que en ropa menor muestran sus cuerpos ensangrentados, mientras se ofrecen imágenes tenebrosas de animales a los que se ha despellejado, quizás vivos, para que tenga la piel mayor tersura.
No es muy difícil estar de acuerdo con estos movimientos. Se trata de reforzar una visión de la vida mucho más equilibrada. Solamente encontramos una pega: la pieles de los que tenemos sobrepeso, somos obesos o con algún defecto producto de accidente o simplemente deterioro de la edad, ¿no sirven para lanzar un mensaje más popular? Es que siempre se hacen estas acciones con cuerpos jóvenes y bellos y eso es también un reflejo de una concepción del mundo muy poco equilibrada. Cuidado, no sea que la forma convierta el mensaje en lo contrario de lo que se intenta comunicar.
Se ofrece un dato oficial sobre que el partido del siglo último, consiguió la máxima audiencia conocida en un partido de pago. Y dan unas cifras que superan con poco los dos millones. Y entran dudas: ¿Cómo contaron los que vieron el partido en los bares? ¿Y los que teniendo en su casa la plataforma, se encontraron con muchos amigos sobrevenidos que llegaban con las cervezas? Yo me apostaría que la audiencia real fue bastante mayor. Pero quizás lo que quieren decir es que hubo muchas compras de última hora o algo así, y entonces aplicaron una regla de tres simple para dar los resultados. Hay serios problemas para contabilizar las audiencias de una manera irrevocable. Y cuando se trata de fenómenos como el que hablamos, es casi imposible. Se sabía que GolTV había emprendido una inspección sobre siete mil abonados que decían ser particulares y resultaban ser de establecimientos públicos. Y así sucesivamente, porque los operadores saben que son estos partidos los que les pueden arreglar las cuentas de resultados.