El Baskonia tocó fondo en un partido de estos que había que sacar adelante por la vía civil o la criminal y está obligado a ganar los tres partidos que le quedan para poder acceder al Top-16, algo que parecía un mínimo cuando comenzó la competición. Cuando lo mejor de una noche ante un equipo menor es que la canasta final de Barac te permite mantener el average favorable con el último del grupo el resto está más que dicho. Ayer el juego fue criminal, pero sin instinto ni esta vía permite seguir adelante.

Pese al liderato en la ACB, el Baskonia de ayer es el de perfil más bajo que se recuerda, no ya por la derrota, imperdonable, el 20% en triples o la poca aportación individual de muchos, sino porque el equipo nunca fue tal, equipo, y en ningún momento supo a lo que jugaba. En defensa se repitieron errores como el cambio automático hasta la desesperación o la continua incapacidad en el uno contra uno, mientras que en ataque cada cual buscó la guerra por cuenta, algo que en principio parecía la única opción del Prokom, con nulo éxito.

Y eso que al comienzo del tercer cuarto el Baskonia llegó a manejar una ventaja de once puntos 34-45. En ese preciso instante adoleció de esa falta de instinto que se le intuye en partidos como el del pasado domingo ante el Menorca en el que se dejó llevar, y antes y después nunca tuvo un patrón.

El Baskonia arrancó con el traje triste de estos últimos partidos de la Euroliga y nunca logró adquirir el ritmo. Para colmo, justo cuando parecía entrar en dinámica, Marcus Haislip recibió un golpe que lo eliminó del partido y Prokom lo aprovechó para cargar por dentro. Barac vio aro con relativa facilidad, de hecho volvió a terminar el partido con una muy buena valoración de 26, pero en defensa se mostró absolutamente impotente ante Varda, que les hizo un traje.

Pese a todo, tras el descanso el Baskonia pareció enmendar la situación logrando ponerse once puntos por encima del Prokom, pero enseguida se le volvieron a fundir los plomos.

En los minutos decisivos, el Baskonia apostó a jugársela como si estuviera en un patio de colegio de Harlem, mientras que Prokom supo jugar sus bazas mucho mejor, a pesar de que los papeles, en teoría, parecían estar cambiados.