El 3 de diciembre, fiesta de Frantzizko de Xabier y Día de Nafarroa, tuvo dos escenarios tan cercanos en el espacio como lejanos en los mensajes. La Nafarroa institucional y oficial lo celebró bajo techo, en el claustro isabelino de la sede del Departamento de Cultura; la popular y abertzale, en la calle, en la Plaza de los Burgos. Allí hubo trajes, himnos y lunch; aquí, txapelas y gorros de monte, canciones tradicionales y comida popular.

No obstante, lo más divergente fueron los mensajes centrales. En el palacio ubicado junto a la catedral de Iruñea, el presidente navarro, Miguel Sanz, decidió utilizar su discurso para despedirse, ya que el año que viene no será candidato a la Presidencia del Gobierno.

«Para mí ha constituido el máximo honor realizar durante quince años este trabajo en favor de Navarra, procurando que nuestra comunidad alcanzara cada vez con más fuerza su posición de región desarrollada y puntera -afirmó Sanz, autocomplaciente-. Ha sido un auténtico orgullo representar en estos años a Navarra y espero, de todo corazón, que el impulso otorgado en este tiempo continúe de forma creciente en el futuro y que se consolide con el esfuerzo de todos una Navarra mejor, dinámica, emprendedora, cohesionada, solidaria y universal», deseó a sus sucesores.

Sanz aludió a la crisis económica como gran problema actual, pero añadió que también le suscita gran preocupación el nuevo escenario político: «Coincide esta celebración con un momento de inquietud, comentarios y posicionamientos en torno a la actividad terrorista de la banda criminal ETA. Y creo que es oportuno resaltar una vez la posición permanente y firme de la inmensa mayoría de los ciudadanos y quienes le representamos, que no es otra que la de mantener el Estado de Derecho». Dijo que ello conlleva «evitar que quien practica el terror pueda sacar ventaja política de ello» y «no colar a quienes les aplauden o no les condenan entre los partidos democráticos que concurren a los comicios».

«Nafarroa sigue insumisa»

A unos 200 metros, en la trasera del Ayuntamiento de Iruñea, se escuchó el euskara, además del castellano, y afloraron preocupaciones muy diferentes. El pregón de esta edición de Nafarren Biltzarra corrió a cargo del historiador Patxi Abasolo, que animó a unir fuerzas de cara a la emblemática fecha de 2012. «No es verdad lo que decíamos hace tiempo de que no hay nada que celebrar en 2012. Sí lo hay: estos 500 años han sido duros, pero este pueblo está vivo y una gran parte de él está preparada para seguir siendo protagonista de su presente y su futuro. Dejemos en evidencia que Nafarroa sigue insumisa», pidió.

En un texto que incluía muchas referencias históricas, Abasolo ligó los ataques de 1512 a los del presente. Recordó, por ejemplo, que «de aquella mitad del siglo XVI nos llegan las primeras noticias de torturas a naturales del país para la obtención de información política, y la construcción de la Ciudadela, la primera gran comisaría de Navarra, mandada construir por el rey español Felipe II. La figura del virrey impuesta tras la conquista dio paso a los jefes políticos y gobernadores civiles del siglo XIX y XX, hoy delegados del Gobierno».

El frío y la nieve no amilanaron a los centenares de participantes, que entonaron con ganas ``Txoria txori'' y ``Navarra tiene cadenas''.