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Crónica | Historias del caos en Loiu

Resignación generalizada: «¡Las vacaciones más cortas de mi vida!»

Pues como se suele decir, a casa con las mismas». Esta frase de resignación que se podía escuchar ayer por la mañana en el aeropuerto de Loiu resume la paciencia vivida por cientos y cientos de personas que se volvieron a quedar en tierra un día más. Una terminal de nuevo abarrotada, donde cada cual llevaba por dentro su propio desasosiego.

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Joseba VIVANCO

Sólo los repetidos anuncios por megafonía consiguen silenciar los murmullos de las colas y los cientos de corrillos en el hall de «salidas» del aeropuerto vizcaino. Pero el mensaje siempre es el mismo. De decepción. Nadie habla del tiempo, de los 0º del exterior de La Paloma. Aquí dentro la temperatura es mucho más alta. Pero el profundo malestar del viernes se ha traducido en resignación el sábado. Entre el olor a café, la lectura de libros y prensa, un bocadillo de jamón que llevarse a la boca, dejar sin batería el móvil o perder la mirada quizá soñando con ese viaje cancelado, la gente, es llamativo, hasta se lo toma con humor. Humor resignado.

MÓNICA
Gernika

«Es como para no volver a coger un avión. Tienes cuatro días y te hacen esta judiada»

Son las 9.00 y Carmen, Manu, Conchi, Mónica y su hija María -de Gernika, Mungia y Gasteiz- guardan las maletas en el coche aparcado en el parking del aeropuerto. «¡Esto es como para no volver a coger un avión en la vida!», resume Mónica la sensación del grupo, después de ver aplazado el viernes su vuelo a Canarias, de que la compañía les emplazara para ayer a las 10.20 y de que, tras volver otra vez a Loiu, definitivamente el viaje se cancelara. «Nos dan como alternativa un vuelo el lunes, vía Madrid, pero es perder días, además del cabreo que tenemos», explica. «Pero ahí arriba en la terminal el cabreo es genaralizado. ¡Para cuatro días que te coges y que te hagan esta judiada!... ¡Es para matarles!».

AITOR y ALAÑE
Arrasate

«Íbamos a Australia, pero nos dicen que tenemos que comprar un vuelo nuevo»

Aitor y Alañe acaban de pagar el ticket del parking. Portan grandes maletas y cara de resignación. No han perdido la sonrisa y tiene mérito, porque esta joven pareja de Arrasate tenía que coger un vuelo, a las 10.00, para Australia, vía Madrid y Doha. «Íbamos para cinco semanas. Todo preparado, los billetes comprados en julio... Pero no hay nada que hacer, hemos perdido las conexiones», se lamentan sin perder el buen humor, asumiendo que no hay nada que hacer. «Pensábamos que igual para hoy [por ayer] se solucionaba, por aquello de que mandaban a los militares. Antes de venir ya hemos visto que el vuelo se cancelaba, pero aun así hemos venido», explica. «Bueno, si nos devuelven el dinero, a ver si la semana que viene podemos ir. Aunque nos perdamos unos días...», confía ella, mientras con su móvil trata de contactar con Doha para ver cómo pueden solucionarlo.

NURIA, JESÚS y MARÍA
Laudio

«Prisa no tienes, que no vas a coger ningún avión»

«Venimos a ver qué pasa, porque nos dijeron que saldríamos hoy, pero parece que no hay solución», responde Nuria mientras accede en el ascensor hasta la terminal, acompañada de su marido Jesús y su hija María. «Prisa no tienes, que no vas a coger ningún avión», la tranquiliza él con humor. Son de Laudio y el viernes perdieron su vuelo a Canarias. «Dicen que o te devuelven el dinero o te ofrecen ir el lunes vía Madrid, pero esto último no merece la pena. Nos han fastidiado las vacaciones», repite muy enfadada y midiendo las palabras. Sin grabadora delante es cuando se suelta.

MAITANE
Zarautz

«Es una grandísima faena. El problema es que hasta que cancelen el vuelo...»

«Vinimos el viernes a las seis de la tarde para coger un vuelo a Praga. Nos enteramos de la suspensión ya aquí, nos han buscado un hotel esta noche, hemos vuelto al aeropuerto a las siete de la mañana y aquí estamos esperando a ver si se cancela», relata escueta, sentada en el suelo, mientras lee un libro, Maitane, de Zarautz. Su hija dormita apoyada en su espalda. Y es que la espera desespera. «Dicen que esperemos a las doce», comenta cuando aún son las 9.30. «Pero la faena ya está hecha. Una grandísima faena», cuenta, resumiendo la sensación de resignación que transmite la gente, y que contrasta con la de cabreo generalizado del día anterior.

JOSEMARI, GENMA e IRENE
Donostia

«Yo, mientras salga el avión... No me importa cuándo, pero que salga»

Sentado en el suelo, entreteniendo a su pequeña de meses Irene, que juega con dos ocasionales amiguitos igual de aburridos, el donostiarra Josemari tambien se lo toma con filosofía. «Yo, mientras salga... La hora no me importa, pero que salga», expresa. No se quiere perder esta escapada familiar a Tenerife. Un humor aún casi intacto que seguro tiene que ver con que «sólo» lleva en la terminal unas pocas horas. «Veníamos con esperanza, pero nada», dice, mientras Genma, su esposa, hace cola en una de las interminables hileras frente a los mostradores.

JUAN y NOELIA
Bilbo

«Hay más fines de semana para ir a Madrid»

«Hemos cancelado el vuelo a Madrid». Juan y Noelia se quedaban sin romántica escapada. Sobre las 10.00, Iberia anunciaba el retraso de su vuelo y ofrecía la posibilidad de cancelarlo. Ellos eran los primeros en pasar por el mostrador de la compañía para hacerlo. «Íbamos hoy para venir mañana, pero no merece la pena esperar a no sé qué hora. Hay más fines de semana que otra cosa», se consuelan.

BEGOÑA
Ea

«Entendemos lo que ha pasado, pero tenían que tenerlo previsto»

En la misma cola aguarda vigilando las maletas Begoña, ya septuagenaria, que viene acompañada de sus dos hijas y un nieto. Iban a Valencia hasta el martes. «Salíamos hoy a las siete de la mañana, hemos venido, sabíamos que había problemas, pero estábamos esperanzadas...», reconoce. «La verdad es que es una faena, teníamos el billete cogido desde hace tiempo, pero... nos quedaremos tranquilos en casa». Ella asegura que entiende lo que ha pasado, pero «tenían que haber previsto la repercusión que iba a tener».

CORAL AMETZA
Sestao

«Teníamos que cantar hoy en Praga a las dos y media de la tarde. Es una vergüenza»

Apenas el reloj sobrepasa las 10.00 cuando en uno de los túneles que conducen a los embarques de pasajeros unos aplausos y golpes rompen el murmullo del amplio hall de salidas de Loiu. Provienen de la veintena de veteranas integrantes de la coral Amatza, de Sestao, que tenía que actuar ayer en Praga. Están hartas e inician un conato de protesta. «Teníamos el vuelo el viernes a las seis de la tarde y todavía no sabemos nada...», narra Flor, su vicepresidenta, que trata de poner calma en el grupo. «Varias hemos dormido toda la noche en el aeropuerto, que lo han dejado abierto, dicen, para hacernos un favor. Pero ni nos han preguntado si necesitábamos algo, ni un vaso de agua, y encima han cerrado la cafetería», protestan casi sin dejarse hablar. «Si ayer nos dicen que se cancela el vuelo, nos vamos a casa, pero tenemos que estar aquí porque no lo hacen. Se están portando como sinvergüenzas». Y eso que el viernes llegaron a interpretar canciones allí mismo para amenizar la espera de la gente. Horas después, casi a las 13.00, nos volvíamos a encontrar, con su vuelo ya cancelado y las maletas en los carros.

ROSA, AMAIA, JONE, SAIOA...
Donostia

«Veníamos preparando el viaje a Estambul todo el año. La ilusión nos la han matado»

Igualmente enfadadas y cansadas se expresan seis amigas venidas de Donostia, que a las 20.30 del viernes tenían que haber cogido su metódicamente preparado viaje a Estambul. Son Ana, Saioa, Elu, Amaia, Jone y Rosa. Ésta detalla que «hemos pasado toda la noche aquí en el aeropuerto y estamos ya muy agotadas». Una escapada «preparada durante todo el año, poniendo una cantidad de dinero cada mes, todo planeado... Ahora mismo teníamos que estar visitando cosas que las tenemos en la cabeza... Nos podrán devolver el dinero, pero la ilusión nos la han matado», hacía de portavoz del grupo. Sobre las 13.00, todas guardaban cola en una larga y desesperanzadora fila frente al mostrador de Travelplan, con el vuelo cancelado y esperando a sellar su reclamación para demandar el dinero. «Y encima, por la megafonía te dicen que te vayas. ¡Alguien tendrá que responsabilizarse de esto!», se queja una de ellas.

GENARO
Marcilla

«Hemos dormido cuatro  horas en un hotel. Nos están volviendo locos»

Son una veintena de amigos de Marcilla que tenían que haber volado el viernes por la tarde en dirección a Marrakech, destino esta vez del viaje que cada año programan. «Nos están volviendo locos», repite Genaro nada más haber recogido las maletas facturadas por la mañana, una operación que el viernes ya habían realizado también. «Nos han mandado a un hotel, adonde hemos llegado a las dos de la madrugada, y a las cinco, vuelta para acá. Casi sin dormir. Y seguimos sin saber nada. Que a la una nos dicen algo... ». Iban hasta el miércoles, «pero si nos dan salida para el domingo, ¿qué hacemos sólo dos días allí?». Como ironiza Genaro, entre risas, «nos ha salido bien el viaje...». Y es que al final de la mañana, decidían volverse a casa. «Nos dicen que igual a las ocho de la tarde nos dan una solución, pero nos vamos...». Y como enfatiza una del grupo, mientras arrastran las maletas hacia el autobús que les debe devolver al pueblo: «¡Y comemos!».

DEPORTISTAS SIN MUNDIAL

Cuatro practicantes vascos de «pencak selat» -un arte marcial indonesio introducido en Euskal Herria hace 30 años- se quedaron sin su vuelo a París para viajar hasta Yakarta, donde tenían que acudir al campeonato del mundo de esta disciplina.

TAXIS Y CAFETERÍAS

Además de las compañías de telefonía móvil, otros de los beneficiados por esta cancelación masiva de vuelos fueron también los taxistas y, cómo no, la cafetería del aeropuerto, que multiplicó la venta de bebidas -1,60 el café-, pinchos y bocadillos.

SIN INCIDENTES GRAVES

Miembros de la Cruz Roja presentes en la terminal de Loiu subrayaron la ausencia de incidencias durante la tarde del viernes y ayer, además del comportamiento de la gente que en ningún momento generó ningún problema de orden.

HOJAS INFORMATIVAS

Una firma mayorista repartió al final de la mañana hojas informativas en las que comunicaba que, en caso de cancelación o retraso de más de cinco horas del vuelo, se podía acudir a la agencia de viajes para «obtener el reintegro de su reserva».

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