Llegó el otoño y ante la previsión de que las lluvias puedieran provocar nuevos desprendimientos, la Diputación vizcaina ordenó el cierre de la carretera entre Bakio y Bermeo para evitar riesgos. Desde primeros de noviembre, la ruta alternativa es la carretera de Sollube, la BI 631 y la Bi 2101, una solución que dobla el tiempo a invertir en el recorrido, con lo que representa para los usuarios, quienes tienen que trasladarse de uno a otro municipio a trabajar, a llevar a los más pequeños a la ikastola, a actividades extraescolares o de compras. «La carretera es mala y encima hay muchos camiones», resaltan los usuarios afectados.

El cierre de la carretera tiene afecciones, asimismo, sobre los negocios hosteleros de la zona de San Pelaio. La medida cautelar se prolongará por lo menos hasta el final del invierno y mientras tanto se están ejecutando las obras de construcción de un nuevo vial entre Bakio y Bermeo, la «solución definitiva», subraya la Diputación.

La nueva variante costará a las arcas forales 9,6 millones de euros y con un plazo de ejecución de 15 meses, su apertura está anunciada para finales de 2011.

El trazado del nuevo vial arranca en el barrio de San Pelaio y conectará con la carretera original para dar acceso a San Juan de Gaztelugatze y al entorno de Olbizarreta. A partir de ese punto, la carretera discurre en paralelo al viejo vial por el sur, para salvar los problemas de inestabilidad.

La otra conexión de la nueva variante con la vieja vía se habilitará a la altura del acceso a la estación de gas de Bermeo, un punto en el que habrá acceso, asimismo, a Gaztelugatze y a varias áreas de recreo con vistas al mar.

Sin embargo, la sóla apuesta por la construcción de una nueva carretera en lugar de reparar la existente ya ha levantado sospechas. Sin entrar en cuestiones técnicas, a algunos vecinos les resulta, cuando menos chocante, que la mejor solución para la Administración sea la construcción de una nueva carretera en lugar de reparar la ya existente. Además, hay otra cuestión que tampoco se pasa por alto, «gente que ha ido al monte y ha visto de cerca los movimientos de tierras se ha quedado sorprendida, aunque esos movimientos puedan tener una explicación técnica», señalan ediles de la izquierda abertzale.

Además, hay cuestiones que rodean el proyecto que hacen temer por la existencia de otros intereses detrás del nuevo vial. El cierre al tráfico de la vieja carretera y la construcción de una nueva variante llegaron «como una imposición», según explican. «Se expusieron criterios técnicos para justificar la obra, pero en muchas ocasiones los criterios técnicos también pueden ser discutibles», precisan al respecto.

A juicio de los concejales independentistas, «la carretera está en mal estado, pero con una reparación se podría haber mantenido abierta».

En cualquier caso, con las obras del nuevo vial en marcha, sostienen que tal y como se está configurando el terreno, existe «la percepión generalizada de que detrás puede venir algo más», sobre todo tratándose de «una zona muy golosa como es la zona de encima de Gaztelugatxe». «Quizas no sean más que rellenos, que las explanadas tengan que surgir de los movimientos de tierras, pero esas explanadas hacen pensar en que pueda haber algo más», resaltan con respecto a las conjeturas que suscita la obra.

Entre tanto, los ediles de la izquierda abertzale han presentado una propuesta para que se mantenga el trazado de la vieja carretera, por lo menos, como bidegorri.