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«La marca `España' hoy es un mal compañero de viaje»

 

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Jon Azua
Presidente de e-novatinglab

Una de las voces del libro de Gaindegia es la de Jon Azua, ex consejero del Gobierno de Lakua y presidente de e-novatinglab, un think tank de estrategia, competitividad y desarrollo regional. Azua hace hincapié en la relación entre capacidad de decisión económica y nivel de bienestar.

Pablo RUIZ DE ARETXABALETA | GASTEIZ

Los responsables de Gaindegia recomiendan una lectura transversal del libro «Euskal Herria, retos económicos y sociales», hilvanando las respuestas de los diferentes entrevistados. Y uno de los elementos comunes, y que aparece de forma destacada en la conversación con Jon Azua, es la idea de la necesidad de mayor autogobierno.

¿Hasta qué punto es necesaria esta capacidad de decisión?

La complejidad del sistema económico que vivimos (y, sobre todo, con los cambios en un futuro próximo) obliga a plantarse una forma diversa, alejada del pensamiento único dominante, para responder a las demandas sociales, económicas y futuras de los ciudadanos, las empresas y los diferentes «espacios» (nacionales, regionales...) más allá de un simplista reclamo a la globalización. Cada espacio exige una estrategia propia, diferenciada de las demás, interrelacionada pero desde una premisa básica: tu propia voluntad y elección comprometida, responsable y alineada con una estrategia única. Por tanto, la capacidad de decisión económica es imprescindible.

¿En qué ámbitos resulta más necesaria?

En el caso de Euskadi, son aquellos que permiten construir un Estado de Bienestar, solidario, sostenible en un marco de competitividad completa: diseño, planificación, regulación, gestión y control de una red de bienestar (en cuanto a salud, educación, bienestar y asistencia social, migración y demografía, régimen económico de la seguridad social); relaciones socio-laborales en un marco autonómico o propio, empleabilidad y organización industrial acorde con nuestro tejido empresarial, mercados de capitales, seguros y banca al servicio del sistema socio-económico deseado, infraestructuras como acelerador de nuestro desarrollo, ordenación del territorio... Más allá de un mero listado de competencias a transferir en aplicación del Estatuto vigente, requerimos la esencia que reside en la unilateralidad para una decisión plena no de los medios y servicios o políticas asociadas con dichos ámbitos sino de la reinvención propia de todas ellas. Esto es la capacidad de decidir. ¿Qué queremos ser? ¿Cuál es nuestro futuro deseado? ¿Cómo lograrlo? Detrás está el ejercicio responsable: sí a la capacidad de decisión, asumiendo el derecho y riesgo a equivocarnos.

¿Se puede cambiar el modelo socioeconómico sin esa capacidad?

No. Euskadi ha construido un modelo diferenciado gracias a una relativa capacidad de decisión que ha resultado exitosa. Los instrumentos del pasado son insuficientes para un futuro cada vez más complejo y exigente. El mundo de hoy y mañana obliga a repensar conceptos. Hemos comprobado la simbiosis autogobierno-desarrollo y es la línea a seguir. Mayor y mejor autogobierno, mayor y mejor bienestar y desarrollo económico.

¿La actual crisis acentúa esta necesidad?

Más que acentuarla, la pone de manifiesto. La crisis mundial afecta a todo el mundo, sí, pero menos... No todas las regiones del mundo están sufriendo lo mismo que los PIGS (Portugal, Irlanda, España, Grecia), por ejemplo. Muchas regiones viven una corriente de crecimiento, generación de riqueza e iniciativas relevantes. El desempleo no es igual en todas partes y aunque parecen empeñarse en plantear una solución única para todos, la realidad es diferente. Cada país, cada región, necesita estrategias diferenciadas. La crisis actual nos ha enseñado la importancia de la política y los gobiernos, la falacia de los mercados y la relevancia de la identidad y pertenencia en la búsqueda de soluciones solidarias y colectivas, la fortaleza de la economía real y de los múltiples actores que la hacen posible, de los liderazgos reales y del compromiso personal en un determinado proyecto de futuro. Ni más ni menos es lo que hay detrás de la capacidad de decidir.

¿Es España un lastre para el desarrollo del país?

Debemos ser cuidadosos y no dejarnos llevar por reacciones fáciles o demagógicas. Ni España, ni Francia, ni la UE, ni Wall Street son un lastre para el desarrollo del país más allá de que sus respectivos «establishments», mentalidades, políticas y estrategias sean contrarios a nuestros objetivos y estrategia propia. Dicho esto, dos consideraciones a tener en cuenta: La marca «España» hoy es un mal compañero de viaje. No tiene credibilidad ni inspira confianza ni en los mercados que parecen guiar las erráticas decisiones corto-placistas del gobierno español y sus seguidores, ni en su capacidad de respuesta a sus problemas reales, lo que debilita a las empresas vascas en sus relaciones con el exterior. Adicionalmente, las previsiones hacen temer una economía española congelada, crecimiento cero o incapaces de generar certeza y empleo. Suponiendo que el gobierno español fuera capaz de definir una estrategia de éxito para la recuperación económica y generación de un nuevo modelo (ojalá lo lograra), sus políticas e instrumentos serían muy diferentes de los que necesita Euskadi: La forma inteligente para España de no ser un lastre sería reinventarse de verdad: comprender que su mejor futuro pasa por dar respuesta a las demandas reales de las sociedades plurinacionales que habrían de configurar un nuevo modelo político-institucional y también económico. Si se empeñan en el sistema unitario, pese a la descentralización autonómica, fracasarán y la sensación de lastre se generalizará.

¿Está la sociedad vasca preparada ante los nuevos retos?

Sí y no. Sí desde sus fortalezas, compromiso histórico y capacidades. No desde la necesidad de asumir la nueva complejidad y renunciar a la confortabilidad mayoritaria de un relativo superior nivel de bienestar respecto de nuestro entorno y pasado inmediatos. Necesitamos despejar el horizonte. Contemplar un nuevo espacio de paz y normalización, un contexto de construcción y no parálisis, de nuevas ideas y horizontes deseables desde una sólida base exitosa que nos ha traído hasta aquí. Necesitamos una sociedad convencida de que estamos en la vanguardia, aún minoritaria, de un nuevo mundo por venir.

 

más bienestar

«La línea a seguir es mayor autogobierno, mayor bienestar. Los principales ámbitos en los que resulta necesaria la capacidad de decidir son aquellos que permiten construir un Estado del Bienestar»

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