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Raimundo Fitero

Pulsión sexual

Cuando escribes una palabra relativa al sexo en titular, se despierta de manera automática un aumento de personas interesadas en saber de qué va lo que aparece debajo del mismo. Es un truco para acaparar visitas en las redes. Para los columnistas es un recurso que obtiene respuestas inmediatas. Si miramos en panorámica la extensa parrilla de ofertas que recibimos en abierto, y sabiendo que, según la última encuesta, utilizamos doscientos cincuenta y cuatro minutos diarios de media en ver televisión, ¿cuántas pulsiones sexuales entre policías se nos ofertan en las múltiples series con agentes, médicos, uniformes y forenses nos acompañan?

Por cierto, doscientos cincuenta y cuatro minutos son cuatro horas y veintitrés minutos diarios con el mando a distancia apretando botones, soportando reiteraciones de declaraciones, cabalgando por rumorologías, insultos y tertulianos que compiten en decir la burrada más grande. También hay otra vía: partidos de fútbol, baloncesto, o cualquier otro deporte con pelotas, concursos amorfos, culebrones melodramáticos o informativos cargados de intenciones. Todo ello, así, acumulado, más las horas de estudio, trabajo o búsqueda de un nuevo empleo, a la que se debe añadir el tiempo dedicado al mundo virtual, ya sea contestando e-mails, visitando el considerado el quinto país del mundo por número de habitantes, Facebook, y otras tierras de socialización por cable, ¿queda tiempo para tener alguna pulsión sexual real, tangible, en vivo?

No contesten todavía, no se amarguen la «Azoka», pero volvamos a las series de policías, que es a lo que íbamos, que actualmente se emiten, son muy parecidas tanto en sus formas como en sus estructuras dramáticas. En todas aparecen forenses, la violencia se ejerce de manera colateral, se ven pocos despliegues operativos de uniformados, los guiones son muy alambicados, las ramas personales en sus guiones adquieren una extrema importancia y parece ser obligado, lo dicho en el título: la pulsión sexual entre los policías. ¿Se trata de pura coincidencia, moda pasajera o estrategia comercial de los programadores tan propensos a imitar a la competencia?

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