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Contundente desembarco de eguzki bideoak en la feria de durango

Eguzki Bideoak presenta en Durango un catálogo de videoactivismo potente, que carga contra el TAV, la represión, el modelo universitario, el franquismo... Eguzki se mueve en el creative commons, en la copia libre que abre caminos en la concepción de los derechos de autor. Su presencia en la feria abre el debate. ¿Qué tipo de cultura queremos? ¿La cultura tiene dueño?

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Aritz INTXUSTA

Entre los stands de Durango siempre se cuela una pancarta que reclama la autonomía universitaria. No se sabe bien quién sujeta a quién, pero allá está un grupo profesores de la UPV reclamando su readmisión, como lo han hecho cada jornada lectiva de los últimos veinte años. El lema no ha cambiado nunca, porque la pancarta, con remiendos en la tela y algún parche junto a los mástiles, sigue siendo la misma.

«Egunero» retrata la vida diaria de estos profesores que no se han rendido, desde el madrugón hasta las horas de hastío protestando a las puertas. Este documental es una de las apuestas de este año de Eguzki Bideoak y traslada una única pregunta al albur de la revolución capitalista en la enseñanza superior que ha supuesto Bolonia: ¿Qué tipo de universidad queremos?

Si las nuevas propuestas de Eguzki Bideoak tienen un leitmotiv, éste es la desobediencia civil y la lucha por transformar el mundo. «Sagarraren Denbora» analiza las consecuencias que tiene plantar cara al sistema. Este documental relata la vida de Kristiane Etxaluz y su pareja, Alfonso Etxegarai, detenido 1986 por su participación en la lucha armada. Etxegarai vive en el destierro, en Santo Tomé, a siete mil kilómetros de distancia de su pareja, desde hace dos décadas.

Otro de los documentales que llaman la atención es el de «Septiembre de 1975». En Euskal Herria se grabó a fuego la historia del fusilamiento de Juan Paredes, Txiki, y su compañero Ángel Otaegi, como una de las últimas atrocidades del dictador que agonizaba. Esta vez, Eguzki permite acercarnos otra vez a este fusilamiento, pero a través de otros ojos. En «Septiembre del 75» escuchamos la voz de Flor Baena reclamando justicia para su hermano Xosé Umberto Baena, militante del FRAP que fue ajusticiado junto a Txiki, Otaegi, José Luis Sánchez Bravo y Ramón García Sanz.

Con la misma intencionalidad de recuperación de la memoria y la justicia, se presenta también «827 kilómetros sin retorno», un viaje en el tiempo que nos lleva hasta julio de 1939 para contarnos una historia de esclavos en Erronkari. El protagonista en esta ocasión es un socialista extremeño capturado por los franquistas, Cecilio Gallego, que trabajará forzado en la construcción de una carretera. Intentó fugarse y sus captores lo mataron. Quedó enterrado en Nafarroa hasta que, setenta años después, sus restos regresaron a su tierra.

No sólo pagaron los hombres por posicionarse del lado de los republicanos. En el Balneario de Saturraran, en Mutriku, transcurre la historia que nos relata el documental «Prohibido recordar». Saturraran se convirtió en una cárcel de mujeres desde 1937 hasta 1944. Por allá pasaron más de 4.000 presas y algunas jamás saldrían. Las pésimas condiciones de vida se cobrarían la vida de 108 mujeres y medio centenar de niños. «Prohibido recordar» documenta enfermedades, hambre, vejaciones sexuales y robo de niños. Y, aunque pueda estar prohibido recordarlo, merece la pena volver a decir que quienes dirigían el penal eran monjas.

Eguzki bideoak presenta también en Durango un documental que destapa el entramado corrupto de la Alta Velocidad. Con el contundente título «La mafia del TAV», se nos presenta este metraje que habla de blanqueo de capitales, reciclaje ilegal de residuos, adulteración de alimentos y corrupción generalizada. El análisis del macroproyecto desvela como «la gran obra pública representa, ahora más que nunca» los contornos más siniestros del saqueo capitalista: «trabajo basura, corrupción, fraude técnico y devastación ambiental».

El TAV supone un reto nacional para Euskal Herria, pero hay batallas que se libran en escenarios pequeños, barrio por barrio. Esto es lo que aparece reflejado en «Kukutza», una historia sobre la vida política y la lucha por la dignidad en Rekalde, que pasa por el secuestro de autobuses para reclamar un transporte público a las diferentes dinámicas que se llevan a cabo «para trabajar por un mundo diferente».

El trabajo de Eguzki Bideoak de apoyo al videoactivismo, además de una marcada apuesta por la libertad de la cultura para expandirse y divulgarse a través creative commons, tiene un fuerte componente internacionalista. El colectivo distribuye también, traducidos al euskara, trabajos sobre la revuelta de las banlieues del Estado francés, sobre lucha campesina en el Valle del Ebro o experiencias de vida colectiva en el edificio ocupado en París, conocido como Casa de la Juventud, que fue desalojado por la fuerza en 2007, arrojando una cifra de 437 detenidos.

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