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Editorial 2010/12/13

Aires de guerra en el Sahara

En los últimos meses, han sido numerosas las voces que han alertado del evidente riesgo de que el conflicto del Sahara termine derivando en una guerra. Analistas, dirigentes políticos, ciudadanos e incluso representantes del Frente Polisario lo han advertido con especial crudeza, sobre todo a raíz de la brutal represión que ejerció Marruecos el pasado 8 de noviembre cuando arrasó literalmente el campamento saharaui en El Aaiún y continuó su razzia casa por casa, causando varios muertos y decenas de heridos. La apelación a la guerra ha sido una constante en la población saharaui en los últimos años. Hay que tener en cuenta que el pueblo saharaui lleva 35 años padeciendo una insólita situación de exilio y ocupación, tras la vergonzosa firma de los Acuerdos de Madrid y la actitud de España, que ha condenado de hecho a los legítimos dueños del Sahara occidental a una penosa situación. En este contexto, puede parecer que esos recurrentes clamores que apuntan a empuñar de nuevo las armas no son sino tácticas de presión para conseguir ventajas negociadoras. (...) los clamores de guerra se extienden cada día que pasa. En los campamentos de refugiados, en la zona ocupada, en los territorios liberados, los jóvenes, las mujeres, los veteranos, el Ejército, los dirigentes... todos hablan de una situación ya insostenible. «O paz, o guerra», vienen a decir, porque parece difícilmente soportable mantener esta situación de tensión permanente y de indefensión ante Marruecos. Nadie quiere la guerra, pero todos parecen dispuestos a coger las armas para defender sus derechos y la tierra que les pertenece. (...) Si, finalmente, tiene lugar la confrontación armada, el fracaso de la comunidad internacional será histórico y de magnitudes desconocidas. No porque el Ejército saharaui tenga capacidad real para vencer a la Armada marroquí en el campo de batalla, sino porque el conflicto se recrudecerá, se enquistará y amenazaría con extenderse. Y todo ello con la solución encima de la mesa: la celebración del referéndum de autodeterminación que ya fue aprobado por la ONU y que la actitud obstruccionista de Marruecos está impidiendo unas veces con la diplomacia y las más a sangre y fuego. Salvo sorpresas, nadie espera una solución dialogada de las conversaciones entre Marruecos y el Frente Polisario, pero el fracaso sería una irresponsabilidad de todos y un camino casi seguro hacia una indeseable guerra.

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