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La gasolina roza el precio récord de 2008 aunque el petróleo sube menos

El precio del litro de gasolina ya se encuentra a menos de cuatro céntimos del récord histórico que marcó en julio de 2008. En la última semana se ha vuelto a encarecer un 0,98% hasta alcanzar los 1,242 euros, la cifra más alta desde el 21 de julio de 2008. A su vez, el precio del gasóleo ha subido un 1,48% hasta situarse también a niveles de 2008. Y sin embargo, el precio del petróleo se encuentra un 37% por debajo de aquel récord.

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Según datos del Boletín Petrolero de la UE, el litro de gasolina se ha vendido en la última semana a 1,242 euros de media en el Estado español, la mayor cifra del año y que ha situado a este combustible a 0,034 céntimos de euros del máximo que marcó la semana del 14 de julio de 2008, cuando alcanzó un precio de 1,276 euros. Por su parte, el precio del gasóleo se ha incrementado un 1,48% hasta los 1,164 euros, el mayor coste desde el 15 de setiembre de 2008, cuando alcanzó los 1,185 euros, según datos divulgados por Efe. Sin embargo, esta cifra es un 12,42% menor que el máximo que registró la semana del 14 de julio, cuando se vendió a 1,329 euros.

Pero, a diferencia de aquel verano, el precio del petróleo actualmente se encuentra un 37% más barato. En julio de 2008, el barril de crudo tipo Brent, el de referencia en Europa, estableció su máximo histórico en 147,5 dólares. En la actualidad cotiza alrededor de los 92 dólares.

En lo que va de año, el precio de la gasolina en el Estado español ha acumulado un aumento del 17%, mientras que en el caso del gasóleo el encarecimiento es del 21,5%.

Aun así, los carburantes continúan de media más baratos que en la Europa de los Veintisiete y que en la zona del euro; así, la gasolina sin plomo de 95 octanos cuesta en la UE-27 1,402 euros por litro y en la UE-16 se paga a 1,422 euros, en tanto que el precio del gasóleo de automoción es de 1,256 euros y de 1,238 euros, respectivamente.

Una parte de la subida sí se debe al precio del petróleo, que se mantiene al alza y con una alta probabilidad de que siga subiendo. Se atribuye a la mayor demanda de los países emergentes de Asia y Latinoamérica, que mantienen un crecimiento económico mucho mayor que el europeo. Pero el crudo no escapa a la especulación, al convertirse en un valor refugio de los denominados «inversores», al igual que materias primas como el oro, otros metales o los productos agrícolas. La OPEP, que agrupa a los productores del 40% del petróleo mundial, se resiste a aumentar la producción desde el nivel que fijó para contener la bajada de precios. Cree que el entorno de los 90 dólares el barril es el justo en este momento. Es más, algunos de sus miembros apuestan por dejar aún más margen al alza, con lo que puede pasar de los cien dólares el barril.

Pero el petróleo por sí solo no explica la subida de la gasolina. Los impuestos pueden suponer hasta más del 45% del precio final. Y en el caso del Estado español se ha notado el aumento en dos puntos del IVA este año y el del impuesto especial en 2009.

El problema es que, en el caso del Estado español, los impuestos que gravan la gasolina y el gasóleo, así como el IVA, están por debajo de la mayoría de los estados de la UE. Suponen un 36% del precio final. Otro factor, también planteado por las grandes empresas, es la cotización del dólar, moneda en la que se paga el petróleo, y que con un euro más caro hace dos años (el dólar se cotiza a 1,34 euros, frente a los 1,60 de 2008), suponía un petróleo más barato.

Pero las petroleras también aprovechan la ola alcista para aumentar sus márgenes. Según la Comisión Nacional de la Energía, las Petroleras españolas son las que más margen de beneficio se llevan de toda Europa por la venta de carburantes. La Confederación Española de Empresarios de Estaciones de Servicio estima que las compañías que distribuyen la gasolina han pasado de márgenes de cuatro céntimos en 2006 a más de diez céntimos en la actualidad.

El actual incremento del precio de los carburantes llega además en un momento mucho más crítico, con una economía sin fuerza para salir de la recesión y una población más empobrecida. La consecuencia directa será que empujará a la inflación.

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