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Raimundo Fitero

Ni hablar

No dimitirá. No lo hará porque su insustancialidad política es inconmensurable. Ella solamente debe responder ante quienes la han puesto en el cargo, y ellos no van a encontrar a nadie capaz de hacer el ridículo de una manera tan constante y grotesca. La guionista Ángeles González-Sinde llegó a un ministerio que estuvo a punto de desaparecer, con una única misión: servir a las productoras americanas del oligopolio universal (véanse los papeles de Wikileaks al respecto) y a las sociedades de gestión insaciables, para hacer las leyes que fueran necesarias para que se mantenga y crezca el nivel de ingresos de unos cuatro individuos que han encontrado en un discurso victimista una manera de lograr la máxima impunidad y, de paso, con algunos políticos sin escrúpulos, imponer un estado de miedo en internet, ya que por la decisión de una comisión secreta pueden cerrar lo que les dé la gana, con la intervención urgente por simple información de la Audiencia Nacional.

El telediario de la primera estatal de la noche del martes 21 de diciembre de 2010, fue una de esas piezas infumables, absolutamente volcado a justificar la ley cuando todavía no se había producido la votación final que la mandó al limbo. Es decir que se la cargó. Y aquí se debe señalar que no salió adelante no porque los partidos que se la cargaron tengan mejores intenciones, sino porque el deterioro del gobierno ZP y la inconsistencia de esta ministra es tan notable, que no supo pactar nada. Y porque, además, para aprobarla pedían contraprestaciones que  no se atrevieron a dar.

Esta ministra debería haber dimitido hace mucho. Su llegada ha sido para acumular desafecciones contra asuntos medianamente asimilados a la cultura. Y solamente deben mirarse los apoyos públicos que ha tenido, Bosé (al que le ofrecieron el cargo de ministro) Alejandro Sanz, un evasor de impuestos y Álex de la Iglesia, un agradecido. Todos del mundo del entretenimiento. No tiene más apoyos, entrecomillas, que gentes del cine. Los que le pueden dar trabajo cuando la dimitan de una puñetera vez. Porque ella, no dimitirá, ni hablar. Hasta que no le den un cargo de secretaria de guionistas en Bolywood, seguirá, fastidiando la cultura.

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