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Confidencias revelan el gran malestar de los lib-dems con sus socios tories

Las confidencias de miembros liberal-demócratas del Gobierno británico captadas por la prensa confirman las tiranteces en el seno de la coalición en el poder con los conservadores. La sucesión de estas filtraciones evoca un interés de los lib-dems de marcar distancias.

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Primero fue el número dos de los liberal-demócratas y ministro de Comercio, Vince Cable, quien presumió ante dos votantes de su circunscripción que en realidad eran periodistas que disponía de un «botón nuclear» para hacer saltar por los aires la coalición con los tories: su propia dimisión.

Pero no se quedó en eso y les confesó que estaba «en guerra» con el magnate de los medios Rupert Murdoch, concretamente con su proyecto de hacerse con el control total de la televisión por satélite BSKyB.

El Gobierno, dirigido por el conservador David Cameron, reaccionó ayer trasfiriendo el dossier al ministro de Cultura, el también tory Jeremy Hunt.

Conocido por su hablar franco y su vehemendia, Cable, reputado economista, ha recibido un duro golpe en su posición en el Gabinete. «The Guardian» era explícito al señalar que «políticamente, tiene el color de la muerte». Tanto el líder de la oposición laborista, Ed Miliband, como diputados conservadores y prácticamente toda la prensa ha coincidido en destacar el hecho de que Cable no haya sido fulminantemente cesado. «Si hubiera sido un con- servador ya habría salido por la puerta», señalan gráficamente. Será pues verdad que el aludido tiene el botón nuclear.

«Viven en otro planeta...»

Pero atribuir la confesión a la vehemencia de Cable parece ingenuo tras las nuevas confidencias de responsables liberal-demócratas divulgadas por la prensa. En una conversación que «creían» privada, Michael Moore, Ed Davey y Steve Webb criticaron abiertamente algunas decisiones gubernamentales. El primero, ministro para Escocia, señala el incremento de las matrículas universitarias como «lo más feo» que han tenido que hacer en el Gobierno. El secretario de Estado de Negocios y el de Pensiones coinciden a la hora de señalar que algunos socios tories «viven en otro planeta», «nos odias con una pasión igualmente correspondida» y otras confesiones similares.

Tanto Cameron como el viceprimer ministro, el liberal-demócrata Nick Clegg, han tratado de minimizar las «diferencias internas, habituales en todos los gobiernos». No obstante, todo apunta a que estaríamos ante un movimiento consciente por parte de los lib-dem, aunque quizás no hayan calculado bien sus consecuencias.

Y es que diputados como Tim Farron creen que las revelaciones ayudan a marcar diferencias con los tories, en un momento en el que las encuestas castigan su participación en el Gobierno.

defecciones

En los últimos meses se han sucedido episodios que ponen en duda la solidez de la coalición. Varios diputados no siguieron la consigna de obediencia de voto para subir las tasas universitarias.

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